Ahorro – Inversión y los ciclos económicos en Bolivia

Por Luis Carlos Jemio *

El crecimiento de la economía boliviana ha estado severamente limitada por las bajas tasas de inversión que históricamente mostró el país. La tasa de inversión en los últimos 20 años se ha situada entre un 15% y 16% en promedio. Tradicionalmente se ha identificado a la escasez de ahorro interno como una de las restricciones más importantes que explican los bajos niveles de inversión. Sin embargo, la tasa de ahorro ha tenido un comportamiento variable a través del tiempo y ha dependido de los ciclos económicos por los que pasó el país. En los últimos 20 años, el país atravesó por un periodo de estable, aunque bajo, crecimiento económico (1990-1998), donde se ejecutaron profundas reformas económicas orientadas al mercado; por un periodo de crisis económica (1999-2005), donde se detuvo el proceso de reformas; y un periodo de bonanza económica (2006-2013), donde de revirtieron parcialmente las reformas ejecutadas durante los 90s.

Como puede observarse en el cuadro más abajo, durante el periodo de reformas de la década de los 90, el ahorro interno se situaba en promedio alrededor de 12,1% y la inversión en 16,7%, por lo que la brecha tenía que ser cubierta por ahorro externo, que llegaba al país en la forma de endeudamiento externo del sector público y de inversión extranjera directa. Esta última aumentó significativamente como resultado de la capitalización de las empresas públicas y de la aprobación de las leyes sectoriales. Durante esta década, la inversión bruta estaba prácticamente repartida en partes iguales entre los sectores público y privado. El sector público presentaba déficits considerables, los cuales eran cubiertos con deuda externa principalmente y en menor medida con endeudamiento interno.

Entre 1999 y 2005 la economía boliviana atravesó por una profunda crisis debido a los efectos de contagio de la crisis financiera mundial. A pesar de la crisis, el ahorro interno aumentó a un promedio de 13.9% del PIB mientras que la inversión cayó a 15.1% del PIB. El incremento en el ahorro ocurrió debido al aumento en el ahorro privado que subió a 13.7% del PIB. El ahorro público  cayó a 0.3% del PIB debido a la ejecución de la reforma de pensiones y a la baja en la recaudación tributaria como resultado de la crisis económica. El ahorro externo, que es equivalente al déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, cayó a 1.2% del PIB, debido a que el menor nivel de actividad redujo las importaciones. La caída en la inversión se debió fundamentalmente a los menores niveles de inversión privada. La inversión pública mantuvo los niveles observados durante la década de los 90, como una forma de contrarrestar los efectos recesivos de la crisis. Esta política trajo como consecuencia un aumento importante en el déficit del SPNF, el cual debió ser financiado principalmente con ahorro del sector privado y en menor medida con ahorro externo.

Durante el periodo de la bonanza (2006-2013), el ahorro interno creció en forma significativa, debido al gran aumento en los ingresos por exportaciones de materias primas. El ahorro interno en promedio durante este periodo fue de 24.2% del PIB. En 2008, el ahorro interno llegó a ser de 30% del PIB. El ahorro público subió a 12.7% del PIB, mientras que al ahorro privado se situó en 11.5% del PIB. A pesar del excedente de ahorro existente en la economía boliviana durante este periodo, la inversión no aumentó en forma significativa, situándose ésta en promedio en 16.8% del PIB. Además, la inversión estuvo principalmente ejecutada por el sector público, que alcanzó a 11.9% del PIB durante este periodo, incluyendo la inversión realizada por las empresas públicas. La inversión privada por otra parte, cayó a solo 4.9% del PIB, situando a Bolivia como uno de los países con menor nivel de inversión privada en América Latina.

Existen varias hipótesis sobre porqué la inversión en Bolivia, sobre todo la privada, no reaccionó de acuerdo a la mayor disponibilidad de ahorro y de financiamiento, y a los menores costos financieros resultantes de las bajas tasas de interés.

En primer lugar, es posible que la inversión pública tenga un efecto de desplazamiento (crowding-out) de la inversión privada. La prioridad que le otorga la política del gobierno a la participación del sector público en la economía, ha resultado en que existan empresas públicas no solamente en los denominados sectores estratégicos, sino que también en la producción de otros bienes y servicios. En años recientes se han creado una serie de empresas públicas en los sectores de alimentos, producción de papel, etc. Dada la estrechez del mercado interno, una mayor inversión pública en estos sectores tiende a desplazar la inversión privada.

Segundo, el efecto de desplazamiento también ha sido inducido por la política fiscal y monetaria. Aproximadamente la mitad de las reservas internacionales del Banco Central se explican por la acumulación de depósitos del sector público en el instituto emisor, que es un mecanismo utilizado por el gobierno para regular la demanda interna. De la misma forma, la colocación de títulos públicos por parte del Banco Central a través de operaciones de mercado abierto, es utilizado como mecanismo de absorción de liquidez para evitar presiones inflacionarias, mediante la regulación de la demanda interna, reduciendo el consumo y la inversión privada.

Tercero, Bolivia no tiene un buen clima de inversión de acuerdo a diversos observadores, lo cual no sería conducente a favorecer la inversión privada nacional y extranjera en el país. De acuerdo al Indice de Competitividad Global publicado por el Foro Económico Mundial para el periodo 2013-2014, Bolivia se encuentra en la posición 98 de 148 países en términos de desarrollo competitivo, situándose aún más abajo en áreas claves como la infraestructura (111), instituciones (105), acceso a servicios básicos de salud y educación(108), educación superior y capacitación (93), eficiencia de los mercados de bienes (138) y laboral (131), y desarrollo del mercado financiero (120). Bolivia tiene una mejor puntuación en lo referido a la estabilidad macroeconómica (28), que es el único factor que mejora la posición general de competitividad del país. De acuerdo al Indice de “Doing Business” del Banco Mundial para 2013, que mide la idoneidad del entorno institucional de los países para emprender negocios, Bolivia se encuentra en el puesto 155 de 185 países. El país se encuentra en una posición muy desventajosa en casi todos los factores que componen este índice, como ser: trámites para empezar un negocio (174), obtener un permiso de construcción (114), obtener servicio de electricidad (126), registro de propiedad (139), obtener crédito (129), protección de la inversión (139), pago de impuestos (180), comercio a través de las fronteras (125), cumplimiento de contratos (136) y resolución de insolvencias (68).

Finalmente, el retraso en la aprobación de normativa clave para regular la inversión privada, como ser la ley de inversiones, ley de minería, ley de servicios financieros, etc., ha incidido en que potenciales inversionistas posterguen sus decisiones de inversión hasta conocer dicha normativa. Incluso una vez aprobada, la ley de inversiones no garantiza la seguridad jurídica de la inversión privada, ya que presenta ambigüedades en lo referido a las causales de nacionalización de inversiones privadas y al establecer que las controversias deben ser procesadas en tribunales nacionales.

* El autor es Investigador Senior del INESAD, Ph.D. en economía, lcjemio@inesad.edu.bo

 

 

 


 

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