Por Beatriz Muriel H., Ph.D*
Los gastos fiscales pueden aumentar en el tiempo de manera pro-cíclica, a-cíclica, o contra-cíclica; es decir, acompañando el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), estando al margen de esta dinámica, o yendo en sentido contrario.
¿Qué comportamiento debería ser el más adecuado?
En general –desde una perspectiva de mediano y largo plazo- las recomendaciones de la literatura apuntan a que los gastos deben ser menores en los años de crecimiento alto del PIB y mayores en los de bajo o negativo; es decir: ser contra-cíclicos. La intuición por detrás de esta recomendación se encuentra en la vieja enseñanza del antiguo testamento, en el libro de génesis, donde el faraón soñó con siete vacas hermosas y muy gordas que pastaban en el prado, pero que llegaron otras siete vacas feas y flacas que las devoraron, y después con siete espigas llenas y hermosas que eran engullidas por espigas menudas y abatidas por el viento. José interpretó estos sueños como siete años de abundancia seguidos y siete de hambruna, y recomendó almacenar grano en los años de bonanza. La narración se asocia con las líneas de pensamiento Keynesianas; donde la austeridad fiscal en periodos de expansión económica permite aumentar el gasto fiscal en periodos de recesión para amortiguar la caída de la producción y del empleo.
En la pasada Conferencia Boliviana en Desarrollo Económico, justamente Carlos Vegh, Economista Jefe de América Latina y el Caribe del Banco Mundial, analizó este tema presentando datos para Bolivia y el mundo.
Una de las particularidades interesantes es que los países más desarrollados tienen generalmente un comportamiento contra-cíclico de los gastos fiscales, mientras que los países en desarrollo uno pro-cíclico. La Figura 1 muestra, por ejemplo, que Bolivia presenta una relación positiva entre gastos fiscales y PIB para el periodo 1960-1914; es decir, ambas variables o crecieron o disminuyeron al mismo tiempo. Sin embargo, esta correlación no es alta comparativamente a otros países; como Venezuela que tiene un valor cercano al 0,5 o Ruanda que sobrepasa el 0,8. En contraste, los países europeos como Finlandia y Francia son los más austeros en épocas de vacas gordas.
¿Qué explican estas diferencias?
En general, los gastos de los países son explicados por las políticas públicas, especialmente aquellas fiscales. Sin embargo, en el caso de Bolivia también cabría plantear premisas asociadas a aspectos socioculturales: por diversas razones –justificadas o no– se demandan mayores gastos, y hay una alta receptividad en el aumento de éstos, en las épocas de bonanza, aunque sean ineficientes, ineficaces o insostenibles; y no existe una perspectiva de que en estos periodos cabe aplicar políticas de gasto de calidad y ahorrar para que en el futuro la época de espigas menudas y abatidas no venga sin granos almacenados.
*Directora ejecutiva e investigadora Senior de INESAD, bmuriel@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.