Por: Beatriz Muriel H., Ph.D* y Sergio Mansilla**
La pandemia COVID-19 se ha propagado de manera masiva a nivel mundial desde 2020, con el número ascendente y exponencial de contagios. Diversas instituciones se han dado a la tarea de recopilar información para contabilizar los casos diarios y publicarlos vía internet[1]. Sin embargo, los registros subestiman la verdadera magnitud del problema; dado que muchas personas son asintomáticas, o presentan síntomas leves, e incluso fuertes, pero no hacen ninguna prueba para detectar la enfermedad. Para corregir esto, varios autores han realizado diversas estimaciones. Lau et al. (2021)[2], por ejemplo, calculan que, en promedio para Estados Unidos y algunos países asiáticos y europeos, hubo aproximadamente 17 casos por cada caso oficialmente reportado en marzo del año 2020; y Ribeiro y Bernardes (2020)[3] estiman una razón de aproximadamente ocho a uno para Brasil.
En el caso Bolivia, es posible contar con una mejor aproximación de las personas que tuvieron COVID-19 a partir de la Encuesta de Hogares 2020. Para esto se considera que una persona estuvo contagiada del coronavirus si: 1) tuvo síntomas de COVID-19 pero no se hizo la prueba; 2) tuvo síntomas y dio positivo en su prueba; 3) tuvo síntomas y dio negativo o no sabía el resultado de su prueba, pero necesitó medicamentos para el tratamiento de COVID-19; 4) no tuvo síntomas pero dio positivo en su prueba; 5) no tuvo síntomas y dio negativo o no sabía el resultado de su prueba, pero necesitó medicamentos para tratarse el COVID-19[4]. Las personas que no tuvieron síntomas y no se hicieron la prueba no son incluidas en la categoría de contagios, ya que no existe información para saber si utilizaron medicamentos para tratar el coronavirus o si son asintomáticos.
De acuerdo a los criterios señalados, se estima que 398 mil personas tuvieron COVID-19, al 22 de diciembre de 2020 -fecha final de levantamiento de datos de la encuesta-; lo cual se contrasta con los 151 mil casos que se reportaron hasta esa fecha vía datos oficiales[5]. Esto resulta en una razón de aproximadamente 3 casos estimados por cada caso reportado.
La Tabla 1 presenta los casos de contagios o no de COVID-19 para la Población en Edad de Trabajar (PET) –i.e. personas de 14 o más años de edad- y su división en la Población Económicamente Activa (PEA) y la Población Económicamente Inactiva (PEI). De acuerdo con las estimaciones, el 4% de la PET contrajo la enfermedad; siendo el porcentaje mayor en la PEA (5%) que en la PEI (3%). Esto es consistente con la hipótesis de que las personas que han trabajado (o buscado trabajo) han estado más expuestas al coronavirus; mientras la PEI ha podido tener menos actividades fuera del hogar.
Tabla 1: PEA, PEI y PET por contagio de COVID-19 y características sociodemográficas, 2020
(Participación porcentual)
En general, los porcentajes de contagio por sexo son mayores para los hombres que para las mujeres, lo cual corrobora la teoría de que el sistema inmunológico de las mujeres es algo mejor frente a exposiciones de cargas virales (como en el caso de la PEA).
Las tasas de contagio en las áreas urbanas son destacablemente más altas que en las rurales; sobre todo para la PEA. Esto puede deberse a la baja densidad poblacional en las zonas rurales, con menor exposición a entornos virales principalmente en los lugares de trabajo; y también por la menor movilidad de personas, sobre todo en los meses de las cuarentenas (rígidas y dinámicas).
En el caso de los rangos de edad, la tasa de contagio de las personas entre 30 y 49 años de la PEA es la más alta (6,1%); lo que, potencialmente, puede ser explicado por una mayor exposición al coronavirus por el trabajo, mayores posibilidades de realizarse las pruebas y mayor probabilidad de contagio en comparación a los jóvenes, entre otros. Sin embargo, en la PEI resalta el mayor porcentaje de personas contagiadas en el último grupo etario de análisis (50 años o más) con el 4,1%; lo que posiblemente se asocia con la inclusión en este grupo de los adultos mayores –que fueron catalogados como de alta vulnerabilidad frente a la pandemia–.
Finalmente, la Tabla muestra que la población pobre fue menos afectada que la no pobre por la pandemia, lo cual se contrapone a varios discursos realizados a nivel mundial. Este resultado responde, en buena medida, al hecho de que la PET pobre en Bolivia está concentrada en las áreas rurales, con la PEA mayoritariamente en la producción agropecuaria. Con todo, es posible que desde finales de diciembre estas brechas se hayan modificado, una vez que las medidas de aislamiento se redujeron y se masificó la movilidad de las personas por las fiestas de fin de año, el aumento del comercio y las campañas políticas.
Referencias:
[1] Ver, e.g., https://github.com/CSSEGISandData/COVID-19, https://ourworldindata.org/coronavirus-data, https://en.wikipedia.org/wiki/COVID-19_pandemic
[2] Lau, H., Khosrawipour, T., Kocbach, P., Ichii, H., Bania, J., y Khosrawipour, V. (2021). Evaluating the massive underreporting and undertesting of COVID-19 cases in multiple global epicenters. Pulmonology, 27(2), 110-115.
[3] Ribeiro, L. C., y Bernardes, A. T. (2020). Estimate of underreporting of COVID-19 in Brazil by acute respiratory syndrome hospitalization reports (No. 010). Cedeplar, Universidade Federal de Minas Gerais.
[4] En esta aproximación se trata de excluir los falsos negativos en las pruebas de COVID-19.
[5] Ver https://news.google.com/covid19/map?hl=es-419&mid=%2Fm%2F0165v&gl=US&ceid=US%3Aes-419
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* Directora Ejecutiva e Investigadora Senior de INESAD, beatriz_muriel@hotmail.com, bmuriel@inesad.edu.bo
** Investigador Junior de INESAD, smansilla@inesad.edu.bo
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