
Por: Beatriz Muriel H.* y Adriana Caballero C. **
El Bono Juancito Pinto es un programa social implementado por el gobierno boliviano desde 2006 –mediante Decreto Supremo N° 28899 -, y consiste en una transferencia monetaria condicionada, de Bs. 200 anuales, a cada niño, niña o adolescente matriculado(a) o con asistencia regular en algún establecimiento educativo fiscal o de convenio (fiscal). El programa busca promover la asistencia escolar y reducir la deserción escolar, así como reducir la pobreza intergeneracional y aliviar los costos de educación indirecta. En sus inicios, el programa estuvo focalizado a estudiantes de primaria; sin embargo, después se fue ampliando, y desde 2014 cubre los doce años de escolaridad necesarios para el bachillerato.
De manera general, las transferencias condicionadas son programas ampliamente utilizados por los gobiernos a nivel mundial; sin embargo, presentan diversas deficiencias. Entre estas, cabe mencionar: la falta de conocimientos adecuados sobre las causas del problema que se busca superar; la negación de la ayuda a las personas que la merecen y necesitan; la concesión de beneficios a aquellas que no la merecen o no la necesitan; y las distorsiones que causa la ayuda sobre las decisiones de los agentes, generando ineficiencias. Por estos y otros motivos, la literatura apunta a la necesidad de realizar evaluaciones de impacto y análisis de costo-efectividad; sin embargo, estos estudios son poco implementados –y aún menos de manera robusta-.
Una de las razones que justifica las transferencias monetarias a los estudiantes en la literatura recae en el hecho de que las familias pobres necesitan que los hijos generen ingresos para apoyar con el sustento del hogar; lo cual es también documentado para el caso de Bolivia (Olivarez, 2015). Sin embargo, el Bono Juancito Pinto (BJP) no parece haber sido diseñado para apoyar cabalmente a las familias pobres, a pesar de que forma parte de su propósito.
El Gráfico 1 muestra las funciones de distribución acumulada del ingreso del hogar per cápita (Bs./mes) para los años 2008 y 2023 de la población de niños, niñas y adolescentes entre 6 y 18 años de las zonas rurales, divididos de acuerdo a la tenencia o no del BJP en la gestión previa (2007 y 2022 respectivamente). En el 2008, las funciones para los dos grupos poblacionales son semejantes, lo que sugiere la inexistencia de alguna focalización del bono por situación pobreza; aunque esto puede ser resultado, en alguna medida, de la cobertura de la época (abarcando solamente estudiantes de primaria). En el 2023, de manera contraria a lo que se esperaría, el porcentaje de niños, niñas y adolescentes extremadamente pobres es más alto en el grupo que no recibió el bono (43%) en comparación con aquel que si lo hizo (34%), y para las poblaciones pobres, el porcentaje es prácticamente igual (62%). En contraste, en ambos años existen personas que no son pobres pero que reciben el bono, principalmente en el 2023.
Gráfico 1. Zonas rurales de Bolivia: Distribución acumulada del ingreso del hogar per cápita (Bs./mes) de los estudiantes por tenencia del Bono Juancito Pinto
a (2008)

b (2023)

Fuente: Elaboración propia con base en datos de la Encuesta de Hogares del INE para 2008 y 2023
El gráfico 2 muestra las mismas funciones de distribución para el área urbana. En ambos años existen niños, niñas y adolescentes pobres y extremadamente pobres que no reciben el BJP; sin embargo, las participaciones porcentuales en el grupo que no recibió son algo menores en relación con aquellos que si recibieron el bono. En el 2023, por ejemplo, el 10% de esta población que recibió el BJP, y el 7% que no recibió, es extremadamente pobre. Además, el 46% de niños, niñas y adolescentes que recibieron el bono, y el 33% que no recibieron, son pobres
Gráfico 2: Distribución acumulada del ingreso per cápita (Bs./mes) para el área urbana
a (2008)

b (2023)

Fuente: Elaboración propia con base en datos de la Encuesta de Hogares del INE para 2008 y 2023
Por último, en las zonas urbanas, un porcentaje mayor de niños, niñas y adolescentes que no son pobres se beneficia del bono en relación a las zonas rurales. Por ejemplo, en el año 2023, el 54% de ellos no es pobre y, aún el 15% pertenece al quintil más alto de la distribución del ingreso del hogar per cápita. Además, dentro de la población de niñas, niños y adolescentes ricos –i.e. que pertenecen al quintil más alto- el 61% reciben el bono.
Los resultados muestran un escenario poco satisfactorio desde una perspectiva de política pública asociada con la disminución de la pobreza y la pobreza intergeneracional; particularmente en las zonas rurales donde se concentra la pobreza. Los datos muestran el problema señalado en la literatura, con la negación de la ayuda a las personas que la necesitan, al mismo tiempo que la conceden a aquellas que no la necesitan. Queda entonces el desafío de afinar la medida para que mejore en términos de costo-efectividad.
Referencias
Marco, F. (2012). El Bono Juancito Pinto del Estado Plurinacional de Bolivia: programas de transferencias monetarias e infância (No. 4005). Naciones Unidas Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Olivarez, C. (2015). Determinantes y consecuencias en la educación del trabajo infantil en Bolivia. Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, La Paz, Bolivia.
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* Directora Ejecutiva e Investigadora Senior de INESAD, bmuriel@inesad.edu.bo
* * Investigadora Junior de INESAD, acaballero@inesad.edu.bo
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