Los beneficios de las finanzas verdes en la banca: hacia un sistema financiero sostenible

Por: Osvaldo Nina Baltazar*

En el contexto actual de cambio climático, exceso de lluvias, desastres naturales, pérdida de biodiversidad y creciente presión sobre los recursos naturales, la necesidad de transformar el sistema financiero hacia prácticas más sostenibles se vuelve imperativa. En este marco, las finanzas verdes emergen como una herramienta estratégica para canalizar recursos hacia actividades económicas que generan beneficios ambientales y sociales, sin comprometer la rentabilidad financiera. Entre 2021 y 2024, el financiamiento verde mostró un crecimiento sostenido, inicialmente liderado por los bonos verdes (véase figura). No obstante, a partir de 2023, los préstamos verdes comenzaron a ganar peso relativo, reflejando una mayor integración de criterios sostenibles en productos crediticios y no solo en los mercados de capitales.

Esta evolución evidencia el rol central del sector bancario como intermediario clave en la asignación eficiente del capital hacia actividades sostenibles. Las finanzas verdes permiten a los bancos diversificar su portafolio de productos, acceder a nuevas fuentes de financiamiento y ampliar su base de clientes. Entre los instrumentos más relevantes destacan los bonos verdes, los préstamos ligados a indicadores ASG (ambientales, sociales y de gobernanza), y las líneas de financiamiento concesional ofrecidas por organismos multilaterales.

La emisión de bonos verdes no solo facilita el acceso a inversionistas institucionales con mandatos sostenibles —como fondos de pensiones, aseguradoras y fondos soberanos—, sino que también envía señales positivas a los mercados financieros. Paralelamente, las entidades que adoptan políticas de financiamiento verde pueden acceder a fondos climáticos internacionales como el Green Climate Fund o el Climate Investment Funds, ampliando así su capacidad de fondeo a largo plazo con condiciones más favorables.

Para capitalizar estas oportunidades, los bancos deben incorporar criterios de sostenibilidad en su gestión financiera. Esto les permite posicionarse como instituciones innovadoras, responsables y comprometidas con el desarrollo sostenible. En un entorno donde los consumidores —especialmente los más jóvenes y las empresas con propósito— valoran el impacto ambiental de sus decisiones, ofrecer productos financieros verdes (como créditos para paneles solares, viviendas sostenibles o vehículos eléctricos) fortalece la captación y fidelización de clientes.

Los préstamos verdes, además de ser una fuente de financiamiento competitiva, ofrecen beneficios tangibles tanto para las entidades financieras como para los prestatarios. Contribuyen a reducir riesgos financieros y reputacionales, facilitan el acceso a mercados emergentes y apoyan el cumplimiento de metas ambientales y sociales. Más allá de estos beneficios internos, las finanzas verdes permiten al sistema bancario desempeñar un rol catalizador en la transición hacia una economía sostenible. Al dirigir recursos hacia sectores estratégicos como energías renovables, transporte limpio, infraestructura resiliente o agricultura sostenible, los bancos apoyan directamente el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los compromisos del Acuerdo de París.

Este impacto positivo también promueve la inclusión financiera verde, al facilitar el acceso a recursos para micro, pequeñas y medianas empresas que adoptan tecnologías limpias o modelos de negocio circulares. De este modo, se amplía el alcance del desarrollo sostenible a segmentos tradicionalmente excluidos del sistema financiero tradicional.

En general, las finanzas verdes representan una oportunidad estratégica para la banca moderna. No se trata únicamente de cumplir con nuevas exigencias regulatorias o de asumir una postura ética, sino de adoptar un enfoque integral que combine rentabilidad, sostenibilidad y gestión de riesgos. En este nuevo paradigma, los bancos que integren tempranamente las finanzas verdes estarán mejor posicionados para enfrentar los desafíos del siglo XXI y liderar la transición hacia un sistema financiero más resiliente, inclusivo y sostenible.

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* Investigador Senior de INESAD, onina@inesad.edu.bo

Los puntos de vista expresados en el blog son de responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la posición de sus instituciones o de INESAD. 

 

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