Economía Laboral

Inclusión financiera en las áreas rurales y productoras de quinua

     Por: Daniela Romero*

La expansión del acceso a servicios financieros en áreas rurales tiene un impacto positivo sobre la reducción de la pobreza y el aumento del ingreso per cápita, y constituye un medio para lograr objetivos económicos y sociales más amplios (Caballero, 2024). Para lograr este tipo de inclusión, entonces, se requiere tener presente tres dimensiones principales: el acceso, enfocado en las condiciones en las que se desarrolla el acceso a servicios y oportunidades financieras; el uso, que engloba las principales características de administración de dichos servicios; y la calidad, que está relacionada a la capacidad de estos servicios para responder a las necesidades de los consumidores (Alliance for Financial Inclusion, 2019). Los servicios financieros que impulsan en mayor medida la inclusión financiera son básicamente dos: las cuentas de ahorro y los créditos; a partir de los mismos las personas con recursos más limitados pueden lograr un respaldo financiero que les permita alcanzar objetivos a más corto plazo y decidir sobre su bienestar.

Las cuentas de ahorro se convierten en la herramienta más acertada para lograr la inclusión financiera al permitir la realización de diversas operaciones desde la tenencia de un capital que proviene de los propios usuarios; es decir, son ellos los que deciden el momento y tiempo en los que lo usarán. Esto impulsa una forma de administración más consciente y fluida de los capitales, que responde a las posibilidades de los usuarios y que garantiza el bienestar futuro de los mismos. Además, su apertura se realiza a partir de las condiciones y características generales que eligen los clientes y con el beneficio de acceder también a intereses (Ozili, 2021), por lo que la administración de este tipo de cuentas generaría mayor compromiso y responsabilidad por parte de los interesados.

En el caso de los créditos, se tiene que se han convertido en la herramienta más difundida dentro del sistema financiero para la lucha contra la pobreza, y la más poderosa para lograr el cambio social por su capacidad de impulsar el desarrollo de sus beneficiarios en diferentes niveles (Gutiérrez, 2012). Mayoux (2002) señala que el acceso a créditos, especialmente en el caso de las mujeres rurales, impulsa una serie de espirales virtuosas de empoderamiento económico, social y político para la mismas a partir de brindarles una sostenibilidad financiera, impulsando con esto la reducción de la pobreza en términos generales.

Sin embargo, la apertura a estas formas de financiamiento puede conllevar sacrificios y riesgos para las mujeres que al convertirse en receptoras de un crédito se pueden sentir más angustiadas por cumplir con los pagos y recurrir a fuentes de ingreso que les exijan mayores horas de trabajo, alargando así su jornada y complicando la conciliación con otro tipo de actividades. A esto puede sumarse que en algunos casos ellas no son las principales beneficiadas del crédito, sino sus esposos.  En este sentido, si bien el acceso a créditos es una herramienta importante en la inclusión financiera, su aporte está dirigido únicamente a aliviar el flujo de capital e impulsar la confianza de las mujeres, sin poder hacer mucho más.

En Bolivia, la oferta de servicios financieros de ambos tipos ha incrementado de manera importante durante los últimos años. Este progreso es el resultado de la implementación de un enfoque más inclusivo en las políticas que se encuentra dirigido principalmente a lograr el acceso universal a servicios financieros (Caballero, 2024). Bajo este enfoque, se ha impulsado la creación de puntos de atención más allá de las sucursales bancarias, tales como cajeros automáticos y otro tipo de corresponsales no financieros, que han facilitado el acceso en las zonas rurales (ASFI, 2014). Asimismo, la Banca Digital se ha expandido cada vez con más fuerza, en un mundo tecnificado que simplifica las operaciones bancarias. Sin embargo, el acceso a este tipo de plataformas suele general ciertas brechas, en el caso de aquellos que no acceden a Internet de manera constante, como ocurre aun en la ruralidad.

A la par de lo anterior, las personas se encuentran más conscientes de la necesidad de tener una cuenta bancaria y de disponer de su capital de manera más organizada y segura. Sin duda, esto ha provocado una reducción paulatina de ciertas brechas debido a la inclusión cada vez mayor de determinados grupos vulnerables; no obstante, otras brechas como las de género no han logrados resolverse. Estas brechas están relacionadas con otros determinantes tales como los niveles de educación y de ingreso, los cuales tienden a seguir siendo menores en el caso de las mujeres (Caballero, 2024).

Los resultados de la Encuesta INESAD 2023 a productores y productoras de quinua del Altiplano Sur permiten ejemplificar algunas de las características de la inclusión financiera en las zonas rurales, específicamente enfocado en la tenencia de cuentas bancarias. Los resultados muestran que más de la mitad de productores (62,5%) ha recurrido a la apertura de una cuenta bancaria, con un mayor porcentaje de hombres (67,8%) que de mujeres (56,9%), como lo muestra el Gráfico 1:

Gráfico 1. Productores y productoras que tienen una (o más) cuenta bancaria(s)

(%)

Fuente: Elaboración propia con base en la Encuesta INESAD, 2023.

No obstante, cuando se habla de la posibilidad de ahorrar, los porcentajes se elevan considerablemente, puesto que el 74,9% de la población señala tener ahorros, además que los porcentajes son muy similares entre hombres (75,3%) y mujeres (74,4%), como lo muestra el Gráfico 2. Esto daría a entender que los productores todavía recurren a otras formas de ahorro, en especial las mujeres, que van más allá de los bancos, lo cual también puede deberse a una menor información sobre las ventajas de los mismos o a una educación financiera baja.

Gráfico 2. Posibilidad de ahorro de los(as) productores(as) de quinua del Altiplano Sur

(%)

Fuente: Elaboración propia con base en la Encuesta INESAD, 2023.

Por el lado de los créditos, en el sec­tor agropecuario, la cobertura de servicios financieros para las mujeres no sobrepasa el 8% de la población, mientras el 91% de la cartera de créditos lo constituyen las mujeres de las zonas urbanas (Marconi et al., 2022). Desde hace años, diversas entidades financieras vienen ofreciendo tipos de créditos dirigidos específicamente a productores agrícolas, con tasas de interés más bajas, pero con una cantidad de requisitos y poca flexibilidad en los plazos de pago que hace difícil que ciertos grupos, como las mujeres rurales, accedan a los mismos. Sumado a esto, la baja educación financiera, que todavía existe en las zonas rurales, sigue limitando a aquellos que quieren acceder a este tipo de servicios (Romero & Lenis, 2024).

Ante este contexto, la figura de la Banca Comunal surge como un tipo de financiamiento orientado sobre todo a mujeres de bajos ingresos, con dificulta­des para cumplir con requisitos de patrimonio, capacidad de pago y garantías reales que exige el sistema financiero bancario (Marconi et al. ,2022). Un ejemplo de cómo trabaja la banca comunal se encuentra en Financiera y Asociación Agropecuaria del Altiplano Sur (FAAAS) de la que se benefician los productores de quinua del Altiplano Sur (Romero, 2021; Biermayr, 2016). Esta entidad se basa en la realización de préstamos a partir del capital que los socios acumulan por la venta de quinua a la asociación. Es decir, existe un flujo constante de capitales que pertenecen a las asociaciones y los socios, así como la garantía de pago a partir de la comercialización de la quinua. Por lo tanto, los requisitos son mínimos y la entrega del dinero es más rápida que en las entidades financieras tradicionales (Romero, 2021). La mayor desventaja, empero, es que la tasa de interés suele ser más alta que la de las otras entidades financieras, a pesar de esto, los productores consideran que es una gran ayuda cuando se necesita obtener un crédito rápido, especialmente para aquellas mujeres que solo tienen como ingreso la quinua (Ibíd.).

La inclusión financiera está avanzando de manera evidente, sin embargo, los bajos niveles de educación siguen constituyendo su principal obstáculo. Por lo tanto, las instituciones financieras deben seguir impulsando la capacitación en sus servicios, especialmente en sectores que se mantienen excluidos. La educación financiera es clave para lograr la inclusión financiera especialmente de las mujeres rurales e impulsar su empoderamiento a través de un mejor manejo de sus finanzas y la posibilidad de lograr llevar adelante sus emprendimientos económicos, más allá de la agricultura. Invertir estratégicamente estos capitales puede generar una espiral virtuosa en los hogares más pobres y permitirle asegurar su bienestar presente y futuro, por lo que impulsar la educación financiera sigue constituyéndose en el paso decisivo para completar el proceso inclusivo y expandirlo.

Referencias bibliográficas

Alliance for Financial Inclusion. (2019). Alliance for Financial Inclusion Policy Model: AFI core set of Financial Inclusion Indicators. In Bringing Smart Policies To Life.

Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero – ASFI. (2014). Importancia de los corresponsales no financieros. En Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero. La Paz, Bolivia: ASFI.

Biermayr, P. (2016). Género y sistemas agroalimentarios sostenibles estudios de caso: yuca, quinua, maíz y algodón. Santiago de Chile: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Caballero, A. (2024). Inclusión financiera en Bolivia. Un estudio de caso para los productores quinueros del Altiplano Sur. Serie Documentos de Trabajo sobre Desarrollo No. 15/2024. Septiembre, 2024. La Paz, Bolivia: Fundación INESAD.

Gutiérrez, S. (2012). Los microcréditos como herramienta de empoderamiento de la mujer. Una revisión de las propuestas analíticas. En Revista MBS. Almería, España: Universidad de Almería – Fundación CAJAMAR.

Marconi, R., Prado, M., Quelca, G. y Sánchez, C. (2022). Inclusión financiera de las mujeres. En Hacia la igualdad de género en los servicios financieros: Diagnóstico y propuesta. La Paz, Bolivia: ONU-Mujeres.

Mayoux, L. (2002). Microfinance and women’s empowerment: Rethinking best practice. In Development Bulletin (57); pp. 76-81.

Ozili, P. K. (2021). Financial inclusion: the globally important determinants. In Financial Internet Quarterly, 17(4). P. 1–11.

Romero, D. (2021). Mujeres campesinas y nueva ruralidad. Entre el auge y la crisis económica y ambiental de la producción de quinua en el Altiplano Sur de Bolivia. Tesis de maestría. Lima, Perú: Pontificia Universidad Católica del Perú.

Romero, D. & Lenis, C. (2024). Perfil socioeconómico de las productoras y los productores de la quinua en el Altiplano Sur de Bolivia, 2023. Documento de Trabajo 13/2024. La Paz, Bolivia: Fundación INESAD.

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* Investigadora Asociada de INESAD, daniela.romeromay.88@gmail.com

Este blog es parte del Proyecto “Creación de empleos verdes para mujeres indígenas en el marco de la respuesta y recuperación bajas en carbono del COVID-19 en sector boliviano de la Quinua”, que cuenta con el apoyo del Programa Economías Sostenibles Inclusivas de International Development Research Centre (IDRC) de Canadá.

Los puntos de vista expresados en el blog son de responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la posición de sus instituciones o de INESAD.

La importancia de la transversalización de género en los servicios de salud

Por: Daniela Romero*

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el derecho a la salud como uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, puesto que está relacionado con el bienestar físico, mental y social. Por lo tanto, ejercerlo no solo implica acceder a atención sanitaria, sino tener las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que permitan llevar una vida sana (OMS, citado en Lagrava, 2017). Tomando en cuenta esto, se entiende que el acceso y uso de los servicios de salud difiere de las condiciones de cada paciente y, fundamentalmente, de su sexo. Las enfermedades se expresan y atienden de forma diferente entre hombres y mujeres, ya sea desde los síntomas, pasando por los diagnósticos, los remedios a ser utilizados y los resultados obtenidos con los mismos (Westergaard, et al., 2019). Esto sin duda influye en la evolución de la enfermedad, la discapacidad y la calidad de vida e, incluso, en las muertes evitables. En este sentido, la transversalización del género en la salud es primordial en el desarrollo de cualquier servicio o, en definitiva, sistema de salud.

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Mujeres bolivianas: Lideresas de la reactivación económica

Por: Beatriz Muriel H., Ph.D

Desde diciembre del año 2019, el mundo enfrentó una crisis sanitaria derivada de la COVID-19, la cual condujo a una crisis económica a nivel mundial en el 2020. En Bolivia, la producción (Producto Interno Bruto) cayó en 8,8% en ese año; resultado de una serie de medidas de aislamiento que se dieron de manera interna y externa al país. Sin embargo, desde el 2021, con la vacunación contra la pandemia y la inmunidad de rebaño, las restricciones de movilidad se redujeron y los países comenzaron a recuperarse.

Las crisis y luego la recuperación de la economía, a nivel mundial, se reflejó también en los resultados laborales. Algunos estudios afirman que, en este proceso, las mujeres trabajadoras fueron las más afectadas, con una menor participación en la fuerza de trabajo, dificultad en la recuperación del empleo y un aumento del desempleo (ver, e.g., ONU Mujeres, 2020; CEPAL, 2021; OIT, 2021). Sin embargo, en el caso de Bolivia, los datos muestran más bien que las mujeres lideraron la reactivación económica a través de una participación más dinámica en el mercado laboral. Leer Más »

Desigualdad de género y empoderamiento de las mujeres rurales

Por: Daniela Romero*

Las desigualdades de género son resultado de la persistencia histórica de sistemas y factores estructurales de discriminación y de exclusión. En el caso específico de las mujeres, la exclusión es una cuestión multidimensional provoca precarización en sus condiciones y actuación en los ámbitos económicos, sociales y políticos (Moreno y Anderson, 2015: 169 – 171). La división sexual del trabajo, como realidad estructural, es una de las principales bases para esta exclusión y, en general, para la producción de desigualdades e injusticias, principalmente económicas, que afectan a las mujeres. En todo el mundo, por lo general, las mujeres ganan menos que los hombres, puesto que es más probable que se desempeñen como trabajadoras por cuenta propia y en trabajos familiares no remunerados. Además, tienen más probabilidades de dedicarse a actividades de baja productividad y a trabajar en el sector informal y con menores probabilidades de movilidad al sector formal que los hombres (Banco Mundial, 2012). Leer Más »

Mujeres rurales en el sector de la quinua: cambios, logros y desafíos

Por: Daniela Romero*

La agricultura es la fuente de empleo más importante para hombres y mujeres en las regiones más pobres del mundo, más aún cuando se trata de una agricultura a pequeña escala (FIDA 2011: 9, 16). El papel de las mujeres en ésta es de vital importancia, puesto que son las principales responsables de la seguridad alimentaria, la administración y distribución de los ingresos, la transformación de los medios de subsistencia, además del cuidado del hogar (Barrientos 2007: 5; Agarwal, 1996). Sin embargo, la escasa infraestructura y servicios rurales, así como la asignación cultural patrilineal de funciones dentro del hogar y la producción, han limitado por años su participación en el mercado laboral y en la vida política de sus comunidades en lo que respecta al desarrollo agropecuario (Lastarria – Cornhill, 2008; Jelin, 2014). Leer Más »

Teletrabajo y desempleo

Por: Carlos Gustavo Machicado, Ph.D.*

La pandemia del Covid-19, que en nuestro país se ha empezado a sentir desde la segunda semana de marzo, ha traído consigo una serie de cambios en la economía que se han ido aplicando durante la cuarentena y se mantendrán después de que se levante la misma (total o parcialmente). Uno de ellos es el referido al teletrabajo que incluso tendrá una normativa que lo regule. ¿Cuánto de teletrabajo se podrá realizar y cuáles podrían ser sus costos tanto para los trabajadores como para las empresas?

Empleando datos reportados por Dingel y Neiman (2020)¹, se puede ver en la figura 1 que existe una correlación positiva entre el PIB per cápita (ajustado por PPP) y el porcentaje de trabajo que se puede realizar desde casa (teletrabajo). Eso significa que países como Bolivia, que cuentan con un PIB per cápita bajo, tienen también un bajo porcentaje de trabajo que puede ser realizado desde casa. De hecho, el teletrabajo representaría solamente un 15% del total de trabajo (formal) en Bolivia.

Figura 1: Teletrabajo y PIB per cápita

Fuente: Dingel y Neiman (2020) en base a datos de la OIT.

Dado que es el trabajo calificado el que, principalmente, se puede realizar desde casa, la figura corrobora también el hecho de que existe una mayor concentración de trabajo no calificado que de calificado en el mercado laboral boliviano. De hecho, antes de la pandemia, había más demanda de trabajo no calificado que de calificado. La tasa de desempleo abierta para la fuerza laboral calificada en 2018 era de 5,92%; mientras que para la no calificada era de 1,78%. Lo mismo sucedía para la tasa de desempleo ampliada: 6,37% (calificado) y 2,02% (no calificado)².

Es muy probable que la aplicación del teletrabajo traiga consigo un aumento del desempleo en la franja de trabajo no calificado, todo depende de lo que la normativa permita, lo que al final podría acabar también afectando a las empresas. Véase el siguiente ejemplo para ilustrar esto:

Supóngase que existe una empresa que tiene dos trabajadores, uno calificado y otro no calificado. En un período normal, tiene ventas que ascienden a un valor de 15, de las cuales 10 corresponden al trabajo calificado y 5 al no calificado. La empresa paga salarios por un valor de 5 al trabajo calificado y 2 al no calificado. Claramente la empresa tendría un beneficio de 8 en un período normal (ambos trabajan). Pero suponga que existe un periodo de cuarentena, donde la empresa aplica el teletrabajo y solamente opera con el trabajador calificado³. Sus ventas obviamente son menores y solamente gana 9 que corresponden enteramente al trabajo calificado. Como todavía paga salarios al trabajo no calificado (no lo puede despedir por ley), su beneficio asciende a 2 en el periodo de cuarentena.

Si las ventas en un período de cuarentena han caído y todas ellas han sido generadas con el trabajo calificado parecería que lo lógico es despedir al trabajador no calificado, pero todo depende de cual sea la expectativa que se tenga a futuro. Adicionalmente, el gobierno preocupado por evitar que aumente el desempleo, decide dar un crédito a la empresa para que pague a todos sus trabajadores, aun así no estén trabajando.

La siguiente tabla resume los beneficios que se obtendrían bajo diferentes acciones que toma la empresa con respecto al trabajador no calificado, asumiendo que el costo de despedir es de 1 y la tasa de interés real es de 3%, la misma que se utiliza tanto para calcular el pago de intereses por el crédito como para descontar el tiempo, el cual se asume que es de dos períodos.

Tabla 1: Beneficios de la empresa

Fuente: Elaboración propia.

Es evidente que la decisión que se tome depende de cual sea el escenario laboral que se tenga en el período 2, el cual es incierto. Si se espera que la cuarentena siga o que el teletrabajo se mantenga, la mejor opción es mantener al trabajador hoy (sin pago) y despedirlo mañana. La imposibilidad de no pagarle un periodo y de despedirlo elimina esta opción y también la de despedirlo en el período 1. Es más todas las opciones con despido están vetadas, así que le queda la peor alternativa de todas que es mantenerlo y pagarle en ambos períodos.

Por el contrario, si el período 2 es un período de regreso a la normalidad, a la empresa le convendría mantener al trabajador no calificado en el periodo 1 (no pagado) y pagarle normalmente en el período 2. Como la ley no le permite tener al trabajador impago un período, tiene que buscar el segundo mejor que en este caso es una opción factible y es de nuevo mantener al trabajador no calificado en ambos períodos y pagado.

Note que bajo ninguna circunstancia es una opción beneficiosa para la empresa sacar un crédito para pagar sueldos, porque la empresa tiene un margen de utilidades que le permite pagar al trabajador no calificado, de hecho el trabajo calificado estaría de alguna manera subsidiando al trabajo no calificado (en este ejemplo). Si la empresa no tuviera ese margen de utilidades y pagar al trabajador calificado implicaría trabajar a perdida en el período de cuarentena, igual con crédito sus beneficios serían los mismos que sin crédito. El crédito o único que haría sería evitar que la empresa tenga perdidas en el periodo 1, pero que tenga más perdidas en el período 2.

El ejemplo es muy sencillo pero ilustra claramente lo siguiente:

  • Una política de protección al empleo, como la de otorgar créditos a las empresas para que paguen a sus trabajadores, nunca será una opción que tomen las empresas porque genera los mismos beneficios en caso de que la empresa pueda cubrir el salario del trabajador no calificado y en caso de no hacerlo, preferirá cerrar la empresa, porque el crédito lo único que hace es trasladar el problema de beneficios negativos en el tiempo.
  • La incertidumbre juega un rol fundamental. Una posición optimista hace que la opción de mantener al trabajador no calificado y pagado sea la mejor, si se considera el bienestar del trabajador (recibe un sueldo en un periodo que no trabaja).
  • Vetar la opción de despido y no pago a los trabajadores, afecta negativamente a la empresa si el escenario es pesimista. En todo caso ante un escenario pesimista, una empresa óptimamente procederá a cerrar.

En resumen, considerando que la posibilidad del  teletrabajo es reducido en Bolivia y la posibilidad futura de volver a una normalidad es todavía lejana (a fin de precautelar la salud), probablemente se vea en los próximos meses un aumento del desempleo entre los trabajadores no calificados (o un aumento de auto-empleos e informalidad frente a la falta de recursos económicos para alimentar a sus familias). Esto implica que se deberían buscar otras opciones, en vez de crédito a las empresas para proteger al trabajador no calificado.

A largo plazo, Bolivia debería fomentar más el trabajo calificado, de hecho es más productivo, para lo cual debería promover políticas de capacitación laboral e innovaciones que permitan ampliar el universo de teletrabajos.

Referencias:

¹ Dingel, J. y B. Netman. (2020) “How Many Jobs Can be Done at Home?”, White Paper, The Becker Friedman Institute, University of Chicago, April.

² Datos EMINPRO-INESAD (http://inesad.edu.bo/eminpro).

³ Se puede pensar que el personal no calificado es el personal de limpieza, que no tiene trabajo en una cuarentena.
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*Investigador Senior de INESAD, cmachicado@inesad.edu.bo

Los puntos de vista expresados en el blog son de responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la posición de sus instituciones o de INESAD. 

Los ciclos económicos y los ingresos laborales en Bolivia

Por: Beatriz Muriel H. Ph.D.*

Los ingresos laborales –que agregan tanto los salarios de los empleados y obreros como los ingresos de los trabajadores independientes– pueden tener un desempeño pro-cíclico, a-cíclico o contra-cíclico con relación al desempeño de la economía. La pro-ciclicidad se da en los casos donde el aumento de la producción –en un escenario de bonanza–  promueve un mayor requerimiento de mano de obra, y, desde aquí, las remuneraciones se vuelven más atractivas. Aún más, en el caso de los auto-empleados, el auge económico favorece el consumo de su producción y/o ventas –e.g. ventas de ropa y comida rápida– e inclusive puede estar asociado con precios más altos –e.g. los bateadores de oro venden los gramos encontrados al doble o triple–. En contraposición, en los periodos de desaceleración o recesión, la producción y el consumo caen y los ingresos laborales se reducen.

En otros casos, los ingresos pueden ser a-cíclicos; es decir, no estar asociados con los periodos de bonanza o recesión económica. Este puede ser el caso donde, bajo la existencia de sindicatos, las negociaciones obrero-patronales determinan los niveles salariales para un mediano y largo plazo, o donde éstos son determinados por el Estado –e.g. en una economía planificada–. Sin embargo, éstos pueden ser también contra-cíclicos cuando los salarios nominales se ajustan lentamente frente a caídas en los precios agregados (contextos de deflación).

Bajo este marco, cabe preguntarse  ¿Cómo han evolucionado los ingresos laborales en Bolivia? ¿Han sido afectados por los ciclos económicos?

El Gráfico 1 presenta la trayectoria del ingreso laboral real en Bolivia–a precios de 2007, según el último año base del Índice de Precios al Consumidor–; considerando tanto el promedio agregado de toda la población ocupada como las respectivas medidas correspondientes a los trabajadores que reciben salarios y a los que son independientes.

Gráfico 1: Ingresos laborales reales, 2000-18

(En Bs. de 2007)

Fuente: Elaboración EMINPRO-INESAD, en base al Instituto Nacional de Estadística (INE), Encuestas de Hogares 2000 al 2018.

A nivel agregado, entre 2000 y 2004, el crecimiento del PIB es bajo, 2,8% promedio anual, coincidente con un estancamiento de los ingresos de los trabajadores. En el periodo de expansión, 2005-2014, la tasa aumenta al 5,1% y los ingresos laborales reales lo hacen al 3,6% promedio anual. En los años de desaceleración, 2015-2018, el crecimiento del PIB cae a 4,2%; mientras que los ingresos bajan a una tasa de -2,6% (incluso llega al -3,4% anual en 2014-2018).  Este comportamiento muestra que los ingresos siguen, en alguna medida,  el desempeño de la economía; aunque se observa una pro-ciclicidad algo mayor para el caso de los trabajadores no asalariados (principalmente desde 2004).

Al respecto, Muriel y Vera (2015) estiman un modelo econométrico para el caso de Bolivia¹ aproximando los ciclos económicos con los componentes cíclicos de los precios agregados y del PIB; y calculan que el incremento del 1% en los precios de corto plazo aumenta los ingresos en 0,5%, y el incremento del 1% en la producción de corto plazo en 0,52%. Con todo, el crecimiento del 1% del PIB tendencial, o de largo plazo, también sube los ingresos laborales en un 0,4%.

Esta información muestra que los ingresos laborales han sido afectados por los ciclos económicos; por lo que frente a un periodo de bajo crecimiento –como el pronosticado para 2019-2020–  se esperaría también un bajo desempeño. Esta apreciación es particularmente importante para explicar también por qué la pobreza no se ha reducido en los últimos años; puesto que los ingresos laborales representan alrededor del 90% de los ingresos del hogar (los que son utilizados para medir la pobreza monetaria).

Referencias: 

¹ Muriel, H. B., y Vera C. H. (2015). Cycles versus trends: the effects of economic growth on earnings in Bolivia. Documentos de Trabajo sobre Desarrollo #08. La Paz, Bolivia: Fundación INESAD. Los autores suponen que el mercado laboral se rige bajo los principios de segmentación sectorial, y estiman un modelo de ingresos, considerando tanto variables de oferta como de demanda laboral. Los datos provienen de las encuestas de hogares de 1999 a 2012, de donde construyen un pseudo-panel para todo el periodo.

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* Directora Ejecutiva e Investigadora Senior de INESAD, beatriz_muriel@hotmail.com, bmuriel@inesad.edu.bo

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Doble Aguinaldo ¿Bendición o Maldición?

Por Beatriz Muriel H., Ph.D*

En días pasados, el Presidente de Bolivia oficializó el pago del segundo aguinaldo para el año 2018. La medida deviene de la hipótesis de que frente a un entorno de crecimiento económico destacable, los trabajadores deben compartir los mayores ingresos de este desempeño; que se reflejan en los mejores retornos de las empresas.

Esta hipótesis se remonta a algo más de 150 años atrás, donde Marx dividió a los actores económicos en capitalistas, usualmente los que acaparan todas las rentas del negocio, y obreros. En su libro “El Capital” definió la plusvalía (p) como los beneficios del capitalista tras descontar todos los costos de producción: capital constante (c) derivado de los medios de producción e inversión, y capital variable (v) correspondiente al trabajo. De esta manera: p=m – c – v; donde m es el valor de la mercancía. Aún más, Marx determinó la tasa de plusvalía o explotación t=(p/v)´100; es decir que si p=100 y v=100 entonces la tasa de explotación sería del 100%. Bajo esta teoría, si p aumenta (e.g. por el supuesto resultado del crecimiento económico) entonces se deben tomar medidas para que v también aumente; caso contrario la tasa de explotación aumenta. Por este motivo el doble aguinaldo parecería ser una ¡BENDICIÓN! para los obreros.

Desde mi perspectiva, posiblemente coincidente con mucha gente, Marx fue un gran pensador para su época. Sin embargo, la ciencia económica ha avanzado de manera importante en los últimos 150 años y sería muy sesgado pensar que las relaciones obrero-capitalistas son actualmente “à la Marx”. Al respecto se pueden mencionar muchísimos aspectos, desde que estas relaciones no son lineales hasta que p puede ser una función creciente de v, pero en este artículo quiero enfocarme en algunos factores que son relevantes para el tema tratado.

En primer lugar, la división de las relaciones laborales entre obreros y capitalistas es poco aplicable al caso de Bolivia; ya que el mayor porcentaje (46,3%) de la población trabajadora es al mismo tiempo obrera y capitalista, i.e. cuenta propia, cooperativista o patrón trabajador (ver Gráfico 1). Para ellos, su ingreso laboral se confunde con su renta capitalista y no tiene sentido que se auto-paguen aguinaldo. Los trabajadores familiares y aprendices sin remuneración, que componen el 17,8%  de la población ocupada, no reciben ningún salario ya que trabajan usualmente en sus unidades productivas. Esto quiere decir que algo más de 64 de cada 100 trabajadores están totalmente al margen de cualquier normativa relativa al doble aguinaldo.

Bolivia: Trabajadores por Categoría Ocupacional y Tenencia de Aguinaldo, 2017

(Participación porcentual)

Fuente: Elaboración EMINPRO – INESAD en base a datos del Instituto Nacional de Estadística, Encuesta de Hogares 2017.

 

Aún más, un 19,7% de los trabajadores asalariados no reciben aguinaldo -ya sean del sector público o del privado- ya sea porque trabajan a destajo o por contrato fijo, por lo que la aplicación de la medida se reduce a apenas el 16,2% de la población ocupada.

En segundo lugar, es importante saber que todas las variables de la ecuación de Marx (p, m, c y v) son endógenas; es decir, dependen unas de otras así como de otras variables económicas. Este hecho es fundamental porque, por ejemplo, es prácticamente imposible que los capitalistas puedan incrementar m, de tal manera que p aumente manteniendo c y v constantes. Un caso muy sencillo de entender esto es considerar que m es igual a las ventas de chompas (precio por cantidad), por lo que una mayor producción de estas necesariamente implica que se requieren más trabajadores y más capital y, por lo tanto, c y v aumentan. Además, en mercados competitivos p puede incrementar en un corto plazo pero regresa a su valor anterior al aumento de la producción, dadas las fuerzas del sistema económico (los incrementos de las diferentes variables se compensan).

El problema es entonces cuando se quiere aumentar v artificialmente, como el doble aguinaldo, lo que puede resultar ser una ¡MALDICIÓN! Esto ocurre principalmente porque el capital y el trabajo están relacionados; es decir, la mayor cantidad de chompas puede estar asociada a una mayor compra de máquinas de tejer y despidos (o no contrataciones) de trabajadores bajo la amenaza del pago del doble aguinaldo. Una segunda opción del capitalista puede ser internalizar este costo laboral adicional en el mismo salario en futuras contrataciones, de tal manera que este beneficio se diluye con peores condiciones para la población ocupada y mayor desempleo, auto-empleo o precariedad laboral.

Los datos apuntan a que el doble aguinaldo se ha constituido en un privilegio para pocos y en una maldición para muchos. Un ejemplo de ello es que, pese a que la economía sigue creciendo de manera destacable de acuerdo a datos oficiales, en el año 2012, antes de esta medida, más trabajadores recibían doble aguinaldo (18,2%). Claro está cabe hacer análisis de causalidad rigurosos para comprobar esta hipótesis.

*Directora ejecutiva e investigadora Senior de INESAD, bmuriel@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

Ciclos económicos, empleo y productividad en Bolivia

Por: Luis Carlos Jemio Ph.D.*

Empleo y Productividad

La economía boliviana tiene el doble reto de aumentar el crecimiento en el empleo e incrementar la productividad laboral, para resolver en forma efectiva el problema de extrema pobreza en la que actualmente se encuentra una gran parte de la población. A nivel macroeconómico, el vínculo entre la pobreza y el crecimiento del producto puede ser conceptualizado en términos de la baja productividad promedio de la fuerza de trabajo, la cual a su vez se ve reflejada en bajos niveles de salarios reales y bajos niveles de ingresos de los trabajadores. Una baja productividad laboral promedio puede estar dada por una escasa dotación de capital por trabajador (bajos niveles de inversión) y por el uso de tecnología rezagada (bajos niveles de transferencia de tecnología), o bajos niveles de capacitación de la fuerza laboral.

Cuando en un país existen altas tasas de crecimiento económico, que conducen a incrementos sostenidos en la capacidad productiva, se generan oportunidades de empleo con mayores niveles de productividad. Esto permite a su vez una progresiva absorción de los desempleados y subempleados en actividades económicas en expansión, con niveles más altos de productividad. En este proceso, los pobres pueden ser capaces de aumentar su productividad e ingresos en sus ocupaciones actuales, o moviéndose a nuevas ocupaciones que requieran mayores calificaciones y/o mejor tecnología.

Cuadro 1

Crecimiento del producto, empleo y productividad en Bolivia (variaciones % promedio anual) Elaborado en base a información del Instituto Nacional de Estadística (Encuesta de Hogares y Cuentas Nacionales)

Bolivia no ha podido generar esta dinámica virtuosa de crecimiento del producto, empleo y productividad, como puede observarse en el cuadro 1, incluso en los periodos de bonanza económica por los que atravesó recientemente el país.

Durante el periodo 2001-2005, años en los que la economía atravesó un periodo de crisis, la tasa de crecimiento promedio anual del producto total de la economía, medida a costo de factores, fue de 2,8%. Esta baja tasa de crecimiento se explica por las bajas tasas de crecimiento exhibidas en prácticamente todos los sectores de la economía y las caídas en el producto de la construcción y de servicios financieros y empresariales. Por otra parte, el empleo durante ese periodo creció a una tasa promedio anual de 3.2%, registrándose altas tasas de crecimiento del empleo en el sector de transporte & comunicaciones (10.4% promedio anual), minería e hidrocarburos (6.9%), manufactura (4.8%), y restaurant & hoteles (3.9%). Como resultado del mayor crecimiento en el empleo en relación al producto, durante ese periodo la productividad laboral a nivel global cayó a una tasa promedio anual de -0.4%, siendo los sectores que presentaron mayores caídas de productividad los de transporte & comunicaciones, construcción, minería & hidrocarburos, restaurant & hoteles, y manufactura. Debido a la crisis económica, durante este periodo se observó una creación de empleo de baja productividad.

Durante el periodo de la bonanza de precios altos de materias primas, 2006-2015, la tasa de crecimiento promedio del producto fue de 4.7% por año. Se registraron altas tasas de crecimiento del producto en sectores como minería e hidrocarburos (6.5% promedio anual), electricidad (5.6%), construcción (9.0%), transporte & comunicaciones (5.1%), servicios de la administración pública (5.9%). Por otra parte, la creación total de empleo durante este período creció a una tasa promedio anual más baja de 1.8%. El sector agropecuario mostró una tasa de crecimiento negativa de -1.0% promedio anual, explicada por la acelerada migración rural-urbana observada durante este periodo. Contrariamente, se registraron altas tasas de crecimiento del empleo en sectores como los de servicios financieros y empresariales (7.3% promedio anual), restaurant & hoteles (6.1%), servicios de la administración pública (6.3%) y construcción (5.6%). Otros sectores mostraron tasa de crecimiento del empleo más bajas, como la manufactura (1.2%), servicios sociales, comunales & personales (1.1%) y comercio (2.5%).  Debido al mayor crecimiento de producto en relación al empleo, durante este periodo la productividad laboral para la economía en su conjunto creció a una tasa promedio anual de 2.9%. Hubo crecimientos significativos en la productividad laboral en sectores como la agricultura (4.0% por año), debido a la caída del empleo en este sector, manufactura (3.6%), construcción (3.2%), este último sector debido al elevado crecimiento de su producto. Contrariamente, se presentaron caídas de productividad laboral en sectores como restaurant & hoteles (-3.0% en promedio), servicios financieros y empresariales (-3.3%) y servicios de la administración pública (-0.4%). Durante este periodo, debido a la bonanza por la que atravesó la economía, hubo una creación de empleos de mayor productividad.

En 2016 y 2017, se observa una caída en las tasas de crecimiento, como resultado de la caída en los precios de exportación de materias primas, lo que le restó dinamismo a la economía. Durante estos dos años, el producto total creció en promedio en 4.2% por año.  Esta desaceleración del crecimiento se dio principalmente en sectores relacionados a las exportaciones de materias primas, como minería e hidrocarburos, que en conjunto crecieron en promedio en 0.9% por año. Sin embargo, se mantuvieron altas tasa de crecimiento en sectores como la construcción, agropecuario, comercio, manufactura, restaurant & hoteles, y servicios de la administración pública. A pesar de la desaceleración de la economía, el empleo creció a una tasa promedio anual de 3.0%, debido a una mayor participación de la PEA en el mercado laboral. Se produjo un crecimiento importante en el empleo en las actividades agropecuarias (4.7% promedio anual), posiblemente para absorber la gran contracción en el empleo en la minería e hidrocarburos (-13.8%). Como resultado, la tasa de crecimiento de la productividad laboral se redujo a 1.2% promedio anual. Hubo aumentos significativos en el crecimiento de la productividad en sectores con bajo crecimiento o alta contracción del empleo, como la construcción, minería & hidrocarburos, y servicios de la administración pública. En resumen, durante estos dos años post bonanza hubo creación de empleo, aunque de menor productividad que el observado durante el periodo de la bonanza.

Elasticidad Empleo-Producto

Un indicador que mide la relación existente entre el crecimiento del empleo y del producto, es la elasticidad empleo-producto (el cambio porcentual del empleo ante un cambio porcentual del producto). Esto implica que cuando el crecimiento económico es intensivo en empleo, éste puede deberse a la expansión de sectores con una alta elasticidad empleo-producto. Sin embargo, es importante notar que la elasticidad refleja la inversa de la productividad laboral, por lo que una elasticidad mayor a la unidad implica que el crecimiento económico va a generar una caída en la productividad, mientras que una elasticidad menor a la unidad significa que la expansión del empleo está ocurriendo conjuntamente con un incremento en la productividad. Un incremento en la productividad podría conducir a una reducción en la elasticidad empleo del crecimiento.

Cuadro 2

Elasticidad Empleo-Producto

Fuente: Elaborado en base a información del Instituto Nacional de Estadística (Encuesta de Hogares y Cuentas Nacionales)

El cuadro 2 muestra que, en el período 2001-2005, la elasticidad arco global empleo-producto fue 1.16, razón por la cual durante este período la productividad tendió a caer. Los sectores con elasticidad empleo-producto menor a la unidad, y que exhibieron incrementos de productividad, fueron: agropecuario, comercio, servicios sociales, comunales & personales, y servicios de la administración pública. Es interesante notar que los sectores que presentan elasticidades negativas muestran en este caso caídas de productividad (construcción y servicios privados y a empresas). Esto se debe a que estos sectores experimentaron caídas en el producto e incrementos en el empleo. Sin embargo, podrían existir casos de sectores, con elasticidades negativas, que presenten incrementos en la productividad, lo que ocurre cuando se dan aumentos en el producto con caídas en el empleo.

Durante el período 2006-2015, la elasticidad arco empleo-producto de la economía se redujo sustancialmente a 0.38, reflejando un incremento del producto mucho mayor al del empleo, lo que también explica el significativo aumento en la productividad laboral observado en este periodo. Los sectores que presentaron mayores aumentos de productividad—agropecuario, manufactura y construcción—fueron también los que exhibieron menores elasticidades empleo-producto. Por otra parte, los sectores con elasticidades altas experimentaron menores incrementos de productividad, como fue en general el caso de los sectores de servicios.

Finalmente, durante el periodo 2016-2017, la elasticidad arco aumentó a 0.71 para toda la economía, por lo que se redujo la tasa de crecimiento de la productividad. Nuevamente, los sectores de menor elasticidad, como ser la manufactura, construcción, restaurant & hoteles, servicios privados y a empresas, son los que presentan mayores crecimientos de productividad, y los sectores de mayor elasticidad—agropecuario, electricidad, gas & agua, comercio, servicios sociales, comunales y personales—son los que muestran menores tasas de crecimiento de productividad.

De lo anterior se desprende que, en el largo plazo, los cambios esperados en las elasticidades empleo-producto tiendan a caer gradualmente a medida que el país se vuelve más desarrollado y relativamente menos intensivo en el factor trabajo. Por ejemplo, un crecimiento del PIB de 5% por año y una elasticidad empleo-producto de 0.8 permitiría un crecimiento del empleo de 4%, superior a la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo en Bolivia. Por lo tanto, un crecimiento sostenido de esta magnitud en un período relativamente largo, permitiría a la economía completar la llamada “transición de Lewis”, es decir, la absorción de la “mano de obra excedentaria” en los sectores modernos.

*Investigador Senior de INESAD, lcjemio@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

¿Qué, cuántos y quiénes son los NINIS (Ni Estudian Ni Trabajan) en Bolivia?

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Por Beatriz Muriel H., Ph.D

El fenómeno de los jóvenes NINIS (es decir, jóvenes que Ni Trabajan Ni Estudian) está adquiriendo cada vez mayor realce en el debate académico y mediático; aunque definitivamente el concepto es todavía una caja de sorpresas sujeta a múltiples teorías sobre su contenido. En un extremo, los NINIS son imaginados como aquellos jóvenes, en su mayoría flojos, que pasan su tiempo jugando videojuegos, viendo televisión o realizando otras actividades poco beneficiosas. En el otro extremo, los NINIS son percibidos como aquellos jóvenes que carecen de oportunidades educativas o laborales y, por lo tanto, se encuentran en una forma de exclusión social.

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