La importancia de la transversalización de género en los servicios de salud

Por: Daniela Romero*

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el derecho a la salud como uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, puesto que está relacionado con el bienestar físico, mental y social. Por lo tanto, ejercerlo no solo implica acceder a atención sanitaria, sino tener las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que permitan llevar una vida sana (OMS, citado en Lagrava, 2017). Tomando en cuenta esto, se entiende que el acceso y uso de los servicios de salud difiere de las condiciones de cada paciente y, fundamentalmente, de su sexo. Las enfermedades se expresan y atienden de forma diferente entre hombres y mujeres, ya sea desde los síntomas, pasando por los diagnósticos, los remedios a ser utilizados y los resultados obtenidos con los mismos (Westergaard, et al., 2019). Esto sin duda influye en la evolución de la enfermedad, la discapacidad y la calidad de vida e, incluso, en las muertes evitables. En este sentido, la transversalización del género en la salud es primordial en el desarrollo de cualquier servicio o, en definitiva, sistema de salud.

En este marco, son dos tipos de elementos los que influyen en la salud y el acceso a servicios sanitarios en las poblaciones: 1) elementos sociales y 2) elementos clínicos.  Entre los elementos de índole social, las mujeres tienden a enfrentar en mayor medida barreras sociales, culturales, económicas y legales que limitan sus oportunidades de acceso a los sistemas de salud; más aún en las zonas rurales. Dichas barreras tienen su origen, principalmente, en el mercado laboral donde se encuentran con limitaciones en cuanto a su participación constante, la precariedad de sus condiciones y la baja productividad e informalidad de las fuentes laborales a las que suelen acceder. Todo esto provoca que accedan a menores ingresos (además de ser menos sostenibles en el tiempo), y a escasa o ninguna protección social (OPS, 2021a).

Asimismo, solo en el caso de que las mujeres estén embarazadas pueden contar con servicios más especializados, ya que los planes de salud se dirigen preferentemente a servicios de salud materno infantil y no cubren el rango de necesidades integrales de salud femenina. Asimismo, los programas de transferencias condicionadas focalizan a las mujeres no por derecho propio, sino por ser responsables del cuidado de niños, niñas y adolescentes; lo cual incrementa, a su vez, la sobrecarga de trabajo no remunerado que realizan en sus hogares (OPS, 2017).

Por otro lado, las condiciones laborales precarias sumadas al trabajo doméstico y el cuidado de los hijos e hijas y de personas en situación de dependencia, limitan el tiempo con el que cuentan las mujeres para buscar los servicios de salud. Además, el gasto de bolsillo en las mujeres suele superar al de los hombres, tanto por un menor acceso a servicios contributivos, como por pagos asociados a la atención del parto y otros servicios de salud sexual y reproductiva (OPS, 2021a). Sumadas a estas barreras financieras y de tiempo, también existen barreras geográficas, educacionales y culturales, tales como no querer ir sola a servicios de salud por la lejanía o el temor y la necesidad de obtener permiso para recibirlos, como se muestra en el Gráfico 1. Esta situación provoca que se reduzca la probabilidad incluso de completar los controles prenatales y de tener un parto asistido. Pero, además, la sobrecarga de los sistemas de salud y la reasignación de los recursos para responder situaciones de crisis nacional como la reciente pandemia, dificultan aún más la prestación de servicios de salud para mujeres, puesto que se interrumpen las prestaciones de servicios de asistencia perinatales, de asistencia sexual y reproductiva, de asistencia vital y de apoyo a sobrevivientes de violencia de género (Fitzgerald, et al., 2023).

GRÁFICO 1. Mujeres de 15 a 49 años que notifican barreras para acceder a los servicios de salud según quintiles de riqueza en países de América Latina, 2001-2019 (%)

  

 Fuente: Fitzgerald, et al. (2023)

 

En el ámbito de los factores propiamente clínicos, los sesgos de género en la atención de la salud se producen tanto en el proceso de diagnóstico como en el terapéutico. Para diagnosticar la mayoría de las enfermedades solo se requiere la anamnesis[1] y un examen físico, en cuyo caso el conocimiento, la actitud y la experiencia personal y profesional pueden llevar tanto a acertar como a malinterpretar los síntomas y signos, y posteriormente brindar un tratamiento también acertado o no (Ruiz & Verbrugge, 1997; citado en OPS, 2021b).

Asimismo, existe la posibilidad de interpretar de diversas maneras el mismo síntoma o signo clínico según se presenten en un hombre o en una mujer y, por lo tanto, los tratamientos utilizados deben también diferir. También puede darse que el registro de los síntomas y signos en la historia clínica no coincide con lo que las y los pacientes cuentan, puesto que muchas veces las descripciones son influidas por los estudios de medicina, que enseñan lo que la literatura científica evidencia según sexo y no siempre coinciden o toman en cuenta otro tipo de condicionamientos (Ancochea, et. al.; 2021; citado en OPS, 2021b).

Tomando en cuenta tanto los factores sociales como médicos, la transversalización de género en salud supone un cambio en las estructuras organizacionales, los comportamientos y las actitudes que pueden dañar el estado de salud general de mujeres y hombres, mediante la participación de los mismos en la definición y ejecución de las prioridades de la salud pública. Se trata, por tanto, de un proceso a largo plazo que requiere no solo tiempo, sino también recursos y voluntad política. En los últimos años, en América Latina se registraron avances en el posicionamiento de la perspectiva de género como determinante de la salud, enmarcándolo como un asunto político y de derechos humanos (OMS, 2011). Los nuevos planes de igualdad de género de algunos países de la región ampliaron los temas priorizados de la agenda de género y salud y el tema de cuidados, y trabajo doméstico no remunerado comienza a ocupar un lugar importante en la agenda sanitaria de la región (OPS, 2019). Sin embargo, como se ha dicho, el camino aún es largo, puesto que implica la adopción de un nuevo paradigma y la adaptación de recursos financieros, técnicos y humanos para su ejecución.

En el caso de Bolivia, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) desarrolló en los últimos años algunas estrategias que incorporaron la transversalidad de género en la esfera de los servicios de salud. Entre ellas se encuentran los Servicios de Salud Estrella, entre los años 2004 – 2006. Los mismos beneficiaron a mujeres migrantes, aimaras, en condiciones de pobreza, en sectores urbanos del municipio de La Paz.  A través de la coordinación con proveedores de los servicios de salud y grupos de mujeres, se logró transformar los servicios a partir de la incorporación de elementos que dieron una respuesta más directa a las necesidades de estas mujeres desde un enfoque intercultural; teniendo como resultado el incremento en la cobertura de atención, especialmente, para el parto (OPS, 2009).

Posteriormente, se desarrolló una iniciativa junto a la Dirección de Medio Ambiente de la Corporación Minera de Bolivia (DIMA-COMIBOL), centrada en la realización de Rendiciones de Cuentas dentro de las Audiencias Públicas Municipales en Salud, entre los años 2009 – 2011. La misma tuvo como propósito asegurar la participación de las mujeres en el proceso de rendición de cuentas en salud en el municipio de Colquechaca, del departamento de Potosí, con el fin de distribuir de mejor manera el gasto en salud (OPS, 2012).

En la actualidad, el Programa de Coordinación en Salud Integral (PROCOSI), fundado en el año 1988, funciona con un énfasis en el empoderamiento de las mujeres, la participación comunitaria y la perspectiva cultural y de género. El mismo se encuentra dirigido, principalmente, a reducir la mortalidad materno infantil y tiene una cobertura nacional (OPS, 2019).

La mayoría de estos programas se han enfocado en el binomio madre-hijo, como en su momento lo hizo el Seguro Materno Infantil SUMI, creado en el año 2003, o en la actualidad el Bono Juana Azurduy dirigido a las mujeres en estado de gestación. Por lo tanto, no constituyen en sí acciones con transversalidad de género, sino iniciativas más estandarizadas y con un objetivo diferente.

Si bien los esfuerzos por implementar un enfoque con mayor transversalidad de género son cada vez mayores, la falta de sistematicidad y continuidad que requiere el fortalecimiento de las capacidades en materia de género y salud, así como de programas de formación necesarios para la transformación de las relaciones de género inequitativas, siguen estandarizando la atención en salud. En adición, la carencia de resultados documentados acerca del análisis de género en salud, provoca que las nuevas iniciativas no logren desarrollar enfoques más efectivos que respondan a las demandas coyunturales, puesto que la falta de evidencia hace más difícil la mejora de determinados componentes.

Sin embargo, la necesidad es clara y los gobiernos de la región que cuenten con recursos económicos e instituciones independientes, sin importar su proceso de consolidación, deben seguir fortaleciendo los mecanismos institucionales que permitan profundizar la aplicación de la transversalización de género en la salud en un nivel más macro, generalizado y sostenible. Si bien la universalidad en el acceso a los servicios es uno de los principales objetivos de cualquier gobierno, la integración del enfoque de género, entre otros, debiera ser considerado dentro de los objetivos para el fortalecimiento de este acceso universal y sostenible.

Referencias bibliográficas

Fitzgerald, J.; Schutt-Aine, L.; Houghton, N.; De Bortoli, S.; Báscolo, E.: Alarcón, G.; Nascimento, A. (2023). La importancia del enfoque de género en la construcción de sistemas de salud resilientes, equitativos y universales. En Revista Panamericana de Salud Pública. 2023; 47: e135. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10521582/#B15

Lagrava, I. (2017). Mortalidad neonatal en el Estado Plurinacional de Bolivia: desigualdades territoriales en el acceso a los servicios de salud. En Notas de Población. Vol. 44 No. 104. Santiago, Chile: CEPAL. Disponible en: https://repositorio.cepal.org/items/659a239f-c293-488d-b6a5-bf8a262b533e

Organización Mundial de la Salud – OMS (2011). Gender mainstreaming for health managers: a practical approach. Ginebra, Suiza: OMS.

Organización Panamericana de la Salud – OPS. (2009). Servicios de Salud Estrella. Una experiencia para la integración de consideraciones de género en la gestión de servicios públicos de salud de primer nivel de complejidad. La Paz, Bolivia: OPS. Disponible en: chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www3.paho.org/hq/dmdocuments/2010/BP_spa_2010_bolivia.pdf

Organización Panamericana de la Salud – OPS. (2012). Rendición de cuentas para el avance de las mujeres: Audiencias públicas Municipales en Salud. La Paz, Bolivia: OPS. Disponible en: https://www.paho.org/es/documentos/rendicion-cuentas-para-avance-mujeres-audiencias-publicas-municipales-salud

Organización Panamericana de la Salud – OPS. (2017). Dia Internacional de la Mujer, 2017. Las mujeres en el mundo laboral en transformación: hacia un planteo 50-50 en 2030. Washington, Estados Unidos: OPS. Disponible en: https://www.paho.org/hq/dmdocuments/2017/international-women-day-2017-fact-sheet-esp.pdf

Organización Panamericana de la Salud – OPS. (2019). Transversalización de género en salud: avances y desafíos en la Región de las Américas. Washington, Estados Unidos: OPS. Disponible en: https://iris.paho.org/handle/10665.2/51809

Organización Panamericana de la Salud – OPS. (2021a). Gastos directos de bolsillo en salud: la necesidad de un análisis de género. Washington, Estados Unidos: OPS. Disponible en: https://iris.paho.org/handle/10665.2/54668

Organización Panamericana de la Salud – OPS. (2021b). Análisis de género y salud. Covid–19 en las Américas. Washington, Estados Unidos: OPS. Disponible en : https://iris.paho.org/handle/10665.2/55557

Westergaard, D.; Moseley, P.; Sørup, F.K.H.; Baldi, P.; Brunak, S. (2019). Population-wide analysis of differences in disease progression patterns in men and women. Nat Commun; 10(1): 666.

[1] Proceso de la exploración clínica que se ejecuta mediante el interrogatorio para identificar personalmente al individuo, conocer sus dolencias actuales, obtener una retrospectiva de él y determinar los elementos familiares, ambientales y personales relevantes.

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* Investigadora Asociada de INESAD, daniela.romeromay.88@gmail.com

Este blog es parte del Proyecto “Creación de empleos verdes para mujeres indígenas en el marco de la respuesta y recuperación bajas en carbono del COVID-19 en sector boliviano de la Quinua”, que cuenta con el apoyo del Programa Economías Sostenibles Inclusivas de International Development Research Centre (IDRC) de Canadá.

Los puntos de vista expresados en el blog son de responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la posición de sus instituciones o de INESAD. 

 

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