Por Beatriz Muriel, Ph.D. *
El sector industrial ha sido fundamental para el desarrollo socioeconómico de los países, ya que su dinámica genera más y mejores empleos así como más ingresos para las sociedades y los Estados. En el caso de Bolivia, las diversas agendas de gobierno han planteado justamente la necesidad de transformar las materias primas; aunque en la práctica las políticas públicas han sido, en la mayoría de los casos, tímidas. Así, la industria ha tenido históricamente un escaso desarrollo, lo que se refleja en bajos niveles de productividad y participación en el PIB (Producto Interno Bruto) comparativamente con los países en desarrollo.
Al respecto, uno de los factores que explica la baja productividad -y posiblemente la baja participación en el PIB- de la industria parece ser el círculo vicioso existente con la informalidad y la baja escala de producción. La Tabla 1 presenta información que permite analizar estas relaciones para el sector, donde se incluye dos tipos de encuestas oficiales para el año 2007: la Encuesta Anual a la Industria Manufacturera realizada a las empresas formales, es decir aquellas registradas en el Servicio de Impuestos Nacionales; y la Encuesta a las Micro y Pequeñas Empresas (MYPES) que incluye tanto unidades formales como informales.
Con la salvedad de los problemas relativos a la comparabilidad entre las encuestas analizadas; la información muestra que las MYPES formales cuentan con niveles de productividad laboral (valor bruto de producción sobre empleo permanente) mucho más altas que el universo de las MYPES que incluyen unidades informales. En particular, en el año 2007 un trabajador de las MYPES formales generó Bs. 188.966 de producción mientras que del universo de MYPES llegó a Bs. 66.015. Esta disparidad sugiere que para ser MYPE formal se debe tener un nivel de eficiencia y rentabilidad que permitan asumir todos los costos asociados a la formalidad (lo cual está ya documentado para el caso de Bolivia).
En el caso de las empresas formales se observa que la productividad laboral es más alta en las empresas medianas y grandes que en La MYPES. Esta diferencia puede explicarse, entre otros posibles motivos, porque en muchos casos la escala de producción es baja frente a lo que sería una “escala óptima” de mayor capital y trabajo (además de otros insumos) dentro de la firma y, por lo tanto, de mayor eficiencia económica.
Por último, es interesante notar que el supuesto de la extracción total de la renta de los trabajadores (plusvalía) no se cumple en este caso pues que a medida que la productividad laboral aumenta los salarios también lo hacen. Las empresas grandes y medias pagan más que aquellas MYPES formales y estás pagan más que el universo de MYPES.
En resumen, la información sugiere que la informalidad en el sector industrial se asocia con bajos salarios y productividad laboral. El aumento de la productividad requeriría entonces una mayor rentabilidad y una mayor escala de producción; lo cual se asociaría a una formalización que puede no ser viable para una MYPE informal, dados los elevados costos asociados, por lo que se permanece en la informalidad con bajos salarios y baja productividad en un círculo.
La autora es investigadora senior de INESAD, Ph.D. en economía, bmuriel@inesad.edu.bo