Necesidad de una teoría económica más realista y más relevante

Osvaldo NinaLa lectura de los artículos publicados por académicos reconocidos, como Paul Krugman (1) y Richard Posner (2), asesores económicos, como William White (3) y Willem Buiter (4), y la revista The Economist (5), evidencia que la teoría económica ortodoxa o dominante, especialmente la macroeconomía, está siendo cuestionada sobre la validez de algunos supuestos que sustentaron su desarrollo en los últimos 30 años. Por ejemplo, se evidencia que los modelos basados en la hipótesis de expectativas racionales son inadecuados y el supuesto que los precios se ajustan rápidamente restableciendo la igualdad entre la oferta y la demanda es cada vez más incongruente con los hechos, especialmente en el mercado laboral. Según White, la situación actual demuestra que los supuestos simplificadores de la economía dominante no sirven para explicar lo que está ocurriendo en el mundo real.

Por otro lado, cuando se realiza una revisión acerca de las teorías económicas, uno se encuentra con las denominadas teorías heterodoxas, que son teorías alternativas a la dominante. Sus presuposiciones, elementos esenciales anteriores a las varias hipótesis y teorías que de ellos derivan, son más razonables, diferenciándose en cuatro aspectos. Primero, para los heterodoxos la base para la producción y validación del conocimiento científico es el realismo; por el contrario, para los ortodoxos es el instrumentalismo. Segundo, el organicismo u holismo define las categorías fundamentales de análisis de las teorías alternativas; en cambio, el individualismo para la teoría dominante. Tercero, los heterodoxos señalan que la racionalidad es limitada; en contraste, los ortodoxos suponen que es absoluta. Finalmente, los economistas heterodoxos están interesados en la necesidad de crear los recursos necesarios que contribuyan a una mayor producción y riqueza; por el contrario, los ortodoxos en la asignación eficiente de los recursos escasos.

Estas diferencias metodológicas, han logrado el desarrollo de enfoques más realistas sobre el funcionamiento del sistema económico y la agenda política económica. Por ejemplo, la economía evolutiva, que busca en la biología un conjunto de analogías útiles para explicar el proceso de cambio económico, señala que las posibilidades de progreso del sistema económico dependen fundamentalmente de su capacidad para innovar y, por lo tanto, propone la creación de un sistema nacional de innovación definido a partir de la estructura productiva y del marco institucional para articular todos los elementos que contribuyen al desarrollo, difusión y uso de innovaciones tecnológicas.

Estos progresos sensatos en la teoría económica no están siendo divulgados por las instituciones educativas superiores. La mayoría de las universidades están más interesadas en enseñar los principios de la economía ortodoxa puesto que es más provechoso y práctico. Además, según Paul Streeten (6), las presiones por los nombramientos y las publicaciones han llegado a tal punto que los académicos deben cultivar campos más limitados; por ello, tienden a convertirse en especialistas de mente estrecha, sin preparación en la comprensión de las instituciones, en historia del pensamiento económico, en literatura económica, en el manejo y evaluación de datos cuantitativos y cualitativos, y en la ponderación de las evidencias.

En el caso de Bolivia, la situación es más preocupante, ya que las facultades de ciencias económicas al no disponer de profesores a tiempo completo dedicados a la investigación están más preocupadas en reproducir los fundamentos de la economía dominante porque es más fácil enfatizar en las herramientas y las recomendaciones del Consenso de Washington a expensas de la creatividad, las visiones más amplias y la solución de problemas reales.

Los desafíos que nos proponen tanto la crisis económica actual como los cambios económicos que están aconteciendo en nuestro país deberían ser el inicio para que los economistas, especialmente aquellos que se autocalifican como académicos, empiecen reconocer la importancia del comportamiento irracional, las imperfecciones de los mercados a menudo idiosincrásica, las instituciones, la interpretación de los datos cualitativos, la manera de balancear las evidencias y la historia económica. Pero, principalmente, aceptar la necesidad de ir construyendo una teoría más realista y más relevante, buscando la conexión entre las herramientas, teóricas y econométricas, y los problemas reales.


(*) Director Ejecutivo, INESAD. El autor felizmente recibe comentarios a: onina@inesad.edu.bo.
(1) Krugman, P. 2009. «How did economists get is so wrong». The New York Times. September 6.
(2) Posner, R. 2009. «Economists on the Defensive–Robert Lucas». The Atlantic. August 9.
(3) The Economist. 2009. «What went wrong with economics». The Economist. July 16.
(4) White, W. 2009. «La macroeconomía moderna en el rumbo equivocado». Finanzas y Desarrollo 46(4): 15-18.
(5) Buiter, W. 2009. «The unfortunate uselessness of most ‘state of the art’ academic monetary economics». Financial Times, March 3.
(6) Streeten, P. 2007. «¿Qué está mal en la economía contemporánea?». Revista de Economía Institucional 9(16): 35-62.

 

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