¿Mercantilización de la naturaleza?

Lykke Andersen
Por Lykke E. Andersen

El gobierno de Bolivia se ha posicionado firmemente en contra del mecanismo internacional REDD+, principalmente debido a que reduce los bosques a un producto comercial que se negociará en mercados internacionales de emisiones de carbono. Este hecho no sólo implicaría comerciar con un producto invisible (emisiones de CO2), sino  -incluso más complicado- comerciar con la carencia de este producto invisible (reducción de emisiones de CO2). Monitorizar la reducción de este producto invisible es obviamente difícil, por lo que los costes de transacción y la posibilidad de corrupción asociada al mecanismo internacional REDD+ son enormes, quedando pocos beneficios para el bosque, las comunidades forestales, y el clima mundial.

Carta Evo MoralesSin embargo, como el presidente Evo Morales expresó en su carta de Octubre de 2010 (ver recuadro), hay muchos otros medios de transferir poder a las comunidades locales para proteger sus bosques. Bolivia está actualmente desarrollando una propuesta alternativa para reducir la deforestación mediante un Mecanismo Conjunto de Mitigación y Adaptación para el Manejo Integral y Sustentable de los Bosques.

Este mecanismo no estaría financiado mediante el comercio de emisiones de carbono, sino mediante un Fondo Verde internacional, que recibiría financiamiento de países desarrollados que reconozcan su deuda climática y ambiental al mundo, y que deseen realizar un esfuerzo adicional en contra de la deforestación en vez de un desplazamiento de emisiones de un país a otro.

El mecanismo proveería asistencia técnica y económica para ayudar a las comunidades e individuos a proteger su patrimonio natural y mejorar sus estándares de vida. Esto implica el reconocimiento de servicios que anteriormente eran ofrecidos sin coste alguno (protección de los bosques y todas sus funciones). Sin embargo, esto no debe considerarse “mercantilización de la naturaleza”.

La expresión “mercantilización de la naturaleza” se ha usado últimamente de forma abusiva en Bolivia, condenando todos los mecanismos que ofrecen incentivos para proteger los bosques en vez de convertirlos en tierras agrícolas o pastizales. Sin embargo, la mercantilización más extrema de la naturaleza es quemar los bosques para que un grupo de extranjeros pueda producir y exportar productos agrícolas durante unos cuantos años hasta que la fertilidad de los suelos se agota.

Transferir poder a las personas para que cuiden los bosques es exactamente lo contrario a “mercantilización de la naturaleza”. Deberíamos comenzar a discutir cómo podemos construir un mecanismo justo y efectivo, que exitosamente reducirá la deforestación y a la vez mejorará el bienestar de los bolivianos.

 

 

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