Las tasas de fecundidad han estado bajando en todo el mundo mucho más rápido de lo que la gente nota. Las tasas de fecundidad en Bolivia, por ejemplo, bajaron de 6,5 bebés por mujer en 1971 a 3,2 en 2013, lo que es típico en países desarrollados (1).
Esta evolución me hizo sospechar que posiblemente el problema del alto número de embarazos en adolescentes en Bolivia podría haberse solucionado por su cuenta y que no tengo por qué preocuparme por ser abuela pronto.
Sin embargo, el último Censo en Bolivia (2012) indica que los embarazos en adolescentes siguen siendo muy comunes. Siete porciento de las mujeres de 15 años de edad ya tienen hijos y esta cuota se incrementa a un 49 porciento para las que tienen 20 años de edad, muchas de las cuales ya cuentan con tres hijos (Ver la Tabla 1).
Tabla 1: Número de mujeres jóvenes en Bolivia,
por edad y número de hijos nacidos vivos.

Los embarazos en adolescentes no ocurren únicamente en áreas pobres y rurales de Bolivia, sino en todos los estratos sociales. La Tabla 2 muestra que el porcentaje de mujeres entre los 15 y 20 años que tienen al menos un hijo es mayor en el quintil más pobre de la población, sin embargo el siguiente porcentaje en la escala pertenece al quintil más rico.
Tabla 2: Número de mujeres jóvenes por quintil de ingresos
y número de hijos nacidos vivos.

Estas alarmantes cifras no representan toda la extensión de los embarazos en adolescentes ya que muchos de ellos terminan en abortos peligrosos y no son contados en el Censo. Se estima que alrededor de 80 mil abortos se practican cada año en Bolivia (2) y muchos de éstos probablemente son practicados en mujeres jóvenes que no se consideran listas para ser madres.
Las tasas altas de embarazos en adolescentes son extremadamente preocupantes, no sólo porque yo tengo tres hijas adolescentes y no estoy lista para ser abuela, sino por los efectos adversos dinámicos que por lo general resultan de un embarazo en adolescentes: menor educación para la madre, menores ingresos por el resto de su vida, menos recursos disponibles para criar a los niños, y la transmisión de estos y otras condiciones no favorables a generaciones subsiguientes, etc.
Pues entonces, un muy reacio ¡Feliz Día Del Padre! de mi parte.
Referencias:
(1) Vea la evolución en GapMinder World: http://www.gapminder.org/world/ .
*Lykke E. Andersen, Ph.D., Directora del Centro de Modelación y Análisis Económico-Ambiental (CEEMA) e Investigadora Senior de INESAD, La Paz, Bolivia.