Por: Luis Carlos Jemio* y Agnes Medinaceli**
Los países de América Latina han adoptado diferentes sistemas de pensiones para garantizar a la población un seguro de retiro que les permita vivir dignamente, una vez que éstos se hayan retirado de la vida laboral activa. La mayor parte de los países han llevado adelante reformas del sistema de pensiones, adoptando sistemas alternativos o complementarios, constituidos principalmente por tres pilares: un pilar público no contributivo (pensiones solidarias), un segundo pilar público o privado contributivo obligatorio, el cual puede ser de reparto o de “beneficio definido”, o privado obligatorio de “contribución definida”, y un tercer pilar contributivo voluntario, que puede ser ocupacional o personal.
Chile fue el primero en introducir un sistema de capitalización de contribución definida, en remplazo de un sistema de reparto de beneficio definido. Bolivia, México, Perú y Colombia también introdujeron reforma en los años 90, adoptando sistemas en las que coexisten ambos modelos, debiendo los trabajadores elegir por alguno de ellos. Uruguay y Costa Rica por su parte, adoptaron sistemas mixtos integrados, que incluye una franja de reparto y una franja adicional de capitalización individual obligatoria. Argentina, Ecuador, Paraguay y Venezuela tienen sistemas previsionales de reparto puros y obligatorios. Brasil tiene un esquema de tres pilares, uno de reparto obligatorio, el segundo de capitalización obligatorio, y el tercero de capitalización voluntario.
En general, los sistemas de pensiones vigentes en los diferentes países, están confrontando problemas de sostenibilidad, de bajo nivel de las rentas pensionales y de baja cobertura del sistema.
El sistema de reparto de “beneficio definido”, confronta problemas de sostenibilidad, ya que el monto de renta o beneficio que obtiene la persona al momento de su jubilación no está directamente relacionado a las contribuciones que realizó la persona al sistema durante su vida activa. La transición demográfica que enfrentan los países hace que la relación entre el número de contribuyentes y de beneficiados tienda a reducirse, por lo que el déficit previsional tienda a aumentar en el tiempo.
En el pilar de capitalización individual, también denominado de “contribución definida”, confronta problemas de bajas tasas de remplazo para sus afiliados, ya que este sistema se basa en que la pensión que obtiene la persona durante su jubilación, esté directamente relacionada a las contribuciones que éste realizó a su cuenta individual durante su vida activa, y a la rentabilidad obtenida por el fondo administrado por las AFPs. Las bajas tasas de interés y de rendimientos de los activos financieros observados en los últimos años han contribuido a los bajos niveles de rentas obtenidos por los pensionistas en los países que adoptaron este sistema previsional.
Ambos sistemas confrontan también problemas de baja cobertura del seguro de retiro entre los trabajadores y la población en general, debido principalmente a los altos porcentajes de informalidad existentes en el empleo en algunos países.
Son varias las soluciones que se vienen discutiendo sobre cómo afrontar estos problemas, tanto de sostenibilidad como de bajas pensiones, incluyendo: aumentar la edad de jubilación, aumentar el porcentaje de las contribuciones, obligatorio y/o voluntario, aumentar la rentabilidad de los fondos, etc.
Según Standard & Poor’s Rating Services (2014), los aportes voluntarios podrían complementar las contribuciones obligatorias. Para los trabajadores de salarios elevados, los aportes voluntarios ayudan a obtener una pensión más acorde a los ingresos percibidos durante su vida laboral activa, y para los trabajadores con menor remuneración en algunos países, los beneficios fiscales aumentan el atractivo de los aportes previsionales voluntarios. Sin embargo, en la mayoría de los países de la región, los aportes voluntarios aún representan un porcentaje muy bajo en relación a los aportes obligatorios.
En algunos países la rentabilidad de los fondos de pensiones de capitalización individual, y por lo tanto de las pensiones recibidas por los jubilados, ha sido significativamente mejorada con el sistema llamado de “multifondos”. Los denominados multifondos permiten que los afiliados puedan ajustar la estructura de inversión de los fondos de acuerdo a sus condiciones y preferencias personales. De esta manera los afiliados más jóvenes, que están iniciando su vida laboral, pueden acceder a un fondo con más riesgos en busca de un retorno más alto, con mayor participación de inversiones en activos financieros de renta variable. Por otra parte, las personas que están más cerca de jubilarse pueden optar a un fondo más conservador, que minimice las fluctuaciones del valor de su pensión, con una mayor participación de los activos de renta fija en las inversiones de estos fondos. Esto quiere decir que los afiliados pueden acceder a una variedad de alternativas de inversión para sus aportes con el objetivo de incrementar el valor de las pensiones que obtendrán en un futuro. En América Latina, los países que han implementado sistemas de multifondos son Chile, Colombia, México y Perú. La experiencia de Chile muestra que la introducción de multifondos en el año 2002 permitió aumentar la rentabilidad promedio del sistema de pensiones en 1.8% anual, lo que significa un aumento de 74% en la pensión a la que puede acceder un trabajador (Econsult, 2014).
La solución fundamental al problema de la baja cobertura es aumentar la formalidad del empleo. Sin embargo, el problema de la baja cobertura, ya sea en los sistemas de de reparto o de capitalización individual, está siendo enfrentado parcialmente con la creación y expansión de sistemas no contributivos. De acuerdo a la OECD, Banco Mundial y BID (201), el papel de las pensiones sociales en América Latina se está expandiendo y, en algunos países, éstas ya constituyen un elemento importante del sistema de pensiones. Estos programas han tomado varias formas con diferentes resultados entre los países. En términos sociales son más importantes en Guyana y Bolivia, seguidas por Venezuela y Brasil. Bolivia ha sido pionera en la región en la implementación de un beneficio pensional no-contributivo de carácter universal, creado en 1997 con el nombre de Bonosol[1].
Finalmente, de acuerdo a Standard & Poor’s Rating Services (ib.id.), una regulación y supervisión adecuada de los sistemas de pensiones de capitalización individual es fundamental para garantizar una pensión satisfactoria a los miembros del sistema. Las normas legales aportan el marco de confiabilidad y tanto reguladores como las entidades reguladas trabajan de forma conjunta con el objetivo de mejorar y consolidar el sistema de pensiones. Sin embargo, es importante también que el objeto de la regulación se extienda a los gobiernos ya que existen riesgos políticos (como la utilización de fondos previsionales para otros usos diferentes al pago de jubilaciones) que podrían afectar la capacidad de generar pensiones adecuadas y dan lugar a un mayor grado de desconfianza entre los trabajadores afiliados a estos sistemas de jubilación.
Datos Comparativos de los sistemas de pensiones vigentes en países de América Latina
Fuente: Elaboración de los autores en base a información de CEPAL, Standard & Poor’s Rating Services (2014) y OECD, World Bank Group y BID (2015).
[1] El Bonosol fue creado como parte de las reformas estructurales implementadas entre 1993 y 1997. El financiamiento de este beneficio provenía inicialmente de los retornos de las acciones de las empresas capitalizadas durante ese periodo, pertenecientes inicialmente al Estado boliviano, que fueron transferidas al fondo de capitalización colectiva creado como parte de la reforma de pensiones llevada adelante en 1997. Posteriormente este beneficio fue modificado y cambió de nombre varias veces. En la actualidad se denomina Renta Dignidad, y es financiado con los recursos provenientes del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH).
Referencias
Standard & Poor’s Rating Services (2014), Avances de los sistemas de pensión de capitalización individual impulsan los mercados locales de capitales en América latina. Artículo, McGraw Hill Financial.
OECD, World Bank Group y BID (2015), Panorama de las Pensiones: América Latina y El Caribe.
* Investigador Senior de INESAD. Los puntos de vista expresados en este blog son responsabilidad del autor y no reflejan el punto de vista de INESAD.
** Investigadora Junior de INESAD. Los puntos de vista expresados en este blog son responsabilidad del autor y no reflejan el punto de vista de INESAD.
Interesante artículo. 3 acotaciones: No olvidar que también uno de los objetivos del sistema de capitalización individual fue dinamizar la economía sobre la base de mayores recursos para la inversión. Por otra parte, se debe señalar que uno de los problemas de este sistema (bajas pensiones) se debe a que la edad de jubilación ha permanecido fija desde que se crearon, en tanto que la esperanza de vida de los jubilados ha aumentado notoriamente. Por último, comentar que en Chile, para paliar las bajas pensiones de la actual generación se está pensando en aumentar el porcentaje de cotización, que una parte vaya a las cuentas individuales y otra parte a un pilar solidario. De éste una parte sería para solidaridad intergeneracional y otra para solidaridad por género.