Esta mañana escuché una entrevista a los dirigentes de la Central Obrera Boliviana. Ellos manifestaban su preocupación acerca de la subida del salario mínimo a 1000.- Bs. Por una parte, dicen, el salario sigue sin alcanzar, pero por otra «sabemos» que muchas empresas, por lo menos las pequeñas y micro no pueden pagar ni este salario a los trabajadores, puesto que operan al margen de la existencia… Me gustó escuchar esta reflexión de quienes representan a los trabajadores, pero también piensan en los empresarios, que también son trabajadores….
Esta es una preocupación legítima, puesto que en Bolivia, según datos de UDAPE, el 55,7% de las personas que declaran trabajar [1] en el área urbana, realizan sus actividades en el sector informal, en pequeños emprendimientos o son dueños de un pequeño emprendimiento….. ¿Cómo hemos llegado a una situación en que más de la mitad de la PEA está ocupada en el sector informal?… aparte de la ceguera política de unos y otros, al parecer la falta de instituciones o la falta de pertinencia de las instituciones que regulan la actividad productiva, es uno de los elementos que explica el fenómeno.
Las instituciones tienen la función principal de reducir la inseguridad en todos nuestros actos. Si se tiene un accidente se puede acudir a un 110, si es que se compra un inmueble, derechos reales garantiza que no pertenece a nadie más…. Los ejemplos son varios y alcanzan a grandes y pequeñas decisiones que tomamos cada día…. Pero si las instituciones no son conocidas y aceptadas por todos los miembros de un grupo, comienzan a elevarse los «costos» de realizar una transacción. Entonces la existencia de instituciones formales, sobre todo las de mercado, se justifica por que ayudan a reducir los costos de transacción en grandes grupos, es decir en las sociedades.
Cuando las instituciones no cumplen este propósito, las personas pueden optar por desarrollar sus actividades desde el sector informal o no participar en la actividad económica. Esta decisión responde según algunos teóricos a que las instituciones no son asequibles, no son conocidas, o no están adaptadas a las necesidades de las personas. En este caso, el ser informal puede ayudar a reducir los costos de producción y contratación, pero eleva los costos de transacción. Piénsese en que no se paga impuestos ni se tiene un contrato de trabajo, pero no se tiene la seguridad de que el trabajador asista regularmente, ni se puede participar en licitaciones y compras, realizar actividades de exportación, etc. que exigen ser formal. En general se ha demostrado que la informalidad representa un costo grande cuando se quiere crecer en la actividad, sobre todo la productiva.
Esta parece ser la situación en Bolivia, puesto que no de otra manera se explica que con una cartera de depósitos que el 23 de abril de 2012 alcanzaba a 12.276 millones de dólares (9320 en el Sistema Bancario y 1946 en el no Bancario) [2], las cifras de inversión sean tan conservadoras y la precariedad del empleo tan grande. Independientemente de dónde provenga el dinero, cómo se explica que este dinero no pueda ser canalizado a la inversión?
Probablemente esto responde por lo menos a dos elementos: no existen instituciones que canalicen el ahorro hacia la inversión y los costos de ser formal son mayores que los de ser informal. Con relación al primer elemento, en Bolivia, la bolsa está diseñada para transar títulos valores que se negocian sobre todo en mercados secundarios. Yo, ciudadana de a pie, no puedo participar comprando ni vendiendo acciones directamente, tan solo a través de los fondos de inversión que manejan las SAFIs y que están constituidos en mucho, por acciones de los mismos bancos. Entonces no existen las instituciones que respalden este deseo de participar en el sector productivo y de canalizar los ahorros hacia esa actividad. Esto sumado a la falta de productos financieros destinados a la actividad productiva y el bajo rendimiento de ésta, explican el estancamiento del sector.
Por otra parte, si los costos y requisitos para establecer una actividad productiva son tan altos y tantos, la lógica económica me indica que debo desarrollar mi actividad desde la informalidad. La particularidad del fenómeno boliviano, es que no solo los pobres eligen la informalidad para desarrollar su actividad productiva, sino (cada día mas) también los «ricos»…
En Bolivia hace tiempo que como sociedad hemos comenzado a sentir los costos de la informalidad… no se pueden pagar los servicios sociales como educación y salud puesto que por lo menos al 55,7% de la PEA no se le cobra impuestos; no hay apropiación de los servicios sociales por los dueños de ellos, es decir las clases medias que los mantienen con sus impuestos, y por lo tanto, estos no son pertinentes ni de calidad… pero ahora el fenómeno ha alcanzado también al sector productivo, donde es mejor ser informal, pero el ser informal implica no tener posibilidades de crecer, de producir a escala y de mejorar la situación de unos y de otros… estos casos crónicos pueden fácilmente llevan a enfermedades raras, como la enfermedad holandesa, sobre todo en países rentistas como Bolivia. Convendría pensar las políticas en todas sus dimensiones.
[1] UDAPE, Dossier 2011.
[2] Banco Central de Bolivia, Boletín Moneda y Mercado Diario, 02 de mayo de 2012.
* Investigadora Senior de INESAD. La autora recibira cualquier comentario al siguiente correo electronico klizarraga@inesad.edu.bo