El Choqueyapu, un emblema de nuestra ciudad

En todo latinoamérica, los recursos comunes parecen ser sinónimos de oportunidades para el saqueo. Todos quieren usufructuar de ese bien sin interesar que otros queden perjudicados. Esto deriva en injusticias, que el Gobierno y los ciudadanos debemos intentar corregir.

Encarar la mejora ambiental del río Choqueyapu y de sus márgenes, es un desafío que debemos encarar y que nos puede ayudar a crecer como sociedad civilizada.

Los medios técnicos para conseguirlo son variados y no soy especialista como para determinar cuál es mejor o peor. Sin embargo, como ciudadano paceño y conocedor del río, creo que un tema importantísimo, además de leyes, reglamentaciones y planes concretos, es la concientización de la población.

Este proceso de persuasión moral es complejo y lento, pero a la larga muy efectivo. Por ello he decidido hacer un recorrido por el río, haciendo uso de los conocimientos adquiridos durante estos años de trabajo en la parte inferior del río, en la zona de Río Abajo y de algunos datos obtenidos de Internet.

Nacimiento de un río

En sus nacientes, es un arroyo cristalino, producto del deshielo de las montañas. En esta primera etapa la contaminación que recibe es leve, causada por algunos desechos y basuras menores.

Contaminación

Una vez en la ciudad, se une a varios ríos importantes y gana en caudal. También gana en contaminación ya que recibe en esos pocos kilómetros de recorrido más de 500.000 litros de orina, 200 toneladas diarias de excretas, 42.000 litros de materia orgánica y 7.000 litros de nutrientes (fósforo, nitrógeno y otros) según la Liga de Defensa del Medioambiente (Lidema) (1). A esto se deben sumar los desechos hospitalarios (cinco a seis toneladas mensuales) y los industriales.

Este abuso indiscriminado de sus aguas produce el característico mal olor que se siente en sus márgenes a lo largo de su recorrido por la ciudad.

Uso agrícola y humano de sus aguas

Al seguir su curso sus aguas son utilizadas para lavar ropa por las lavanderas que trabajan a la altura del barrio Amor de Dios, en la zona Sur. Estas señoras recolectan agua en pozos situados al borde del río y dicen que seleccionan agua buena para que no se ensucie la ropa.

El río sigue corriendo y a medida que se aleja de la ciudad, sus aguas se purifican levemente. A la altura del puente de Lipari los campesinos riegan sus cultivos con esta agua, que es la única a la que tienen acceso. Estos productos hortícolas, como sabemos, son los que luego se comercializan en los mercados populares (2) (Rodríguez, Miraflores, etc.). En conversaciones con estos campesinos, ellos explicaron que algunos días el agua suele venir con un color y olor muy fuerte, debido a los desechos industriales de empresas que trabajan el cuero. Ellos suelen estar atentos y cuando las aguas vienen en ese estado, cierran sus canales y no la utilizan.

A la altura del Palomar los comunarios hacen abrevar su ganado en las aguas del río lo que genera enfermedades y parásitos para estos animales, pero ellos explican que es inevitable que beban sus animales de esta agua porque el ganado pasta en las márgenes del río, donde están los principales pastizales.

Seguimos el recorrido y a la altura de Mecapaca, capital del Municipio, hay campesinos (3) que reconocen beber cada tanto de las aguas del río Choqueyapu cuando tienen mucho calor y no disponen de agua potable cerca. Explican que para beber, separan en un recodo del río agua que tenga un mejor aspecto –màs clara y con poco olor- y beben algunos tragos, nunca en gran cantidad. Aparentemente no han tenido problemas graves relacionados con esa costumbre, aunque llevan un pobre registro de sus enfermedades, debido a la escasa asistencia sanitaria con la que cuentan (4).

Conclusión

El sentido de este breve recorrido por el río, es mostrar cómo la contaminación afecta a todos los habitantes de La Paz, y no sólo por los malos olores que despide el río.

La contaminación del Choqueayapu afecta a los alimentos –hortalizas y carnes- que consumimos diariamente y expone a enfermedades a la gente más pobre, los campesinos que viven en sus márgenes, y especialmente a los niños.

Si las personas, a través de buenas campañas en los medios de comunicación masivos, toman conciencia de estos perjuicios, estarán más proclives a sacrificarse de algún modo para disminuir esta contaminación de modo gradual.


(*) Estudiante de Maestría en Proyectos para el Desarrollo de la Universidad Andina Simón Bolívar. Comentarios bienvenidos a newsletter@inesad.edu.bo

(1) Fuente: www.aguabolivia.org/hemeroteca.
(2) Fuente: Entrevista personal del autor con Filomena Pajsi, Berta Mamani y otras mujeres de Lipari que comercializan productos en el mercado Rodríguez, principalmente.
(3) Fuente: Alfredo Pajsi Mamani, Municipio de Mecapaca. En entrevista personal con el autor.
(4) Sin embargo, ellos mismos comentan que hace unos años, cuando hubo una epidemia de cólera, ellos escondían los cadáveres, para que la gente de la ciudad no se asustara y siguiera comprando sus productos hortícolas en los mercados.

 

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One comment

  1. Me gustó su artículo. Usted debería escribir más seguido en este sitio. Su artículo es del 2007.