Macroeconomía

Ciclos económicos, empleo y productividad en Bolivia

Por: Luis Carlos Jemio Ph.D.*

Empleo y Productividad

La economía boliviana tiene el doble reto de aumentar el crecimiento en el empleo e incrementar la productividad laboral, para resolver en forma efectiva el problema de extrema pobreza en la que actualmente se encuentra una gran parte de la población. A nivel macroeconómico, el vínculo entre la pobreza y el crecimiento del producto puede ser conceptualizado en términos de la baja productividad promedio de la fuerza de trabajo, la cual a su vez se ve reflejada en bajos niveles de salarios reales y bajos niveles de ingresos de los trabajadores. Una baja productividad laboral promedio puede estar dada por una escasa dotación de capital por trabajador (bajos niveles de inversión) y por el uso de tecnología rezagada (bajos niveles de transferencia de tecnología), o bajos niveles de capacitación de la fuerza laboral.

Cuando en un país existen altas tasas de crecimiento económico, que conducen a incrementos sostenidos en la capacidad productiva, se generan oportunidades de empleo con mayores niveles de productividad. Esto permite a su vez una progresiva absorción de los desempleados y subempleados en actividades económicas en expansión, con niveles más altos de productividad. En este proceso, los pobres pueden ser capaces de aumentar su productividad e ingresos en sus ocupaciones actuales, o moviéndose a nuevas ocupaciones que requieran mayores calificaciones y/o mejor tecnología.

Cuadro 1

Crecimiento del producto, empleo y productividad en Bolivia (variaciones % promedio anual) Elaborado en base a información del Instituto Nacional de Estadística (Encuesta de Hogares y Cuentas Nacionales)

Bolivia no ha podido generar esta dinámica virtuosa de crecimiento del producto, empleo y productividad, como puede observarse en el cuadro 1, incluso en los periodos de bonanza económica por los que atravesó recientemente el país.

Durante el periodo 2001-2005, años en los que la economía atravesó un periodo de crisis, la tasa de crecimiento promedio anual del producto total de la economía, medida a costo de factores, fue de 2,8%. Esta baja tasa de crecimiento se explica por las bajas tasas de crecimiento exhibidas en prácticamente todos los sectores de la economía y las caídas en el producto de la construcción y de servicios financieros y empresariales. Por otra parte, el empleo durante ese periodo creció a una tasa promedio anual de 3.2%, registrándose altas tasas de crecimiento del empleo en el sector de transporte & comunicaciones (10.4% promedio anual), minería e hidrocarburos (6.9%), manufactura (4.8%), y restaurant & hoteles (3.9%). Como resultado del mayor crecimiento en el empleo en relación al producto, durante ese periodo la productividad laboral a nivel global cayó a una tasa promedio anual de -0.4%, siendo los sectores que presentaron mayores caídas de productividad los de transporte & comunicaciones, construcción, minería & hidrocarburos, restaurant & hoteles, y manufactura. Debido a la crisis económica, durante este periodo se observó una creación de empleo de baja productividad.

Durante el periodo de la bonanza de precios altos de materias primas, 2006-2015, la tasa de crecimiento promedio del producto fue de 4.7% por año. Se registraron altas tasas de crecimiento del producto en sectores como minería e hidrocarburos (6.5% promedio anual), electricidad (5.6%), construcción (9.0%), transporte & comunicaciones (5.1%), servicios de la administración pública (5.9%). Por otra parte, la creación total de empleo durante este período creció a una tasa promedio anual más baja de 1.8%. El sector agropecuario mostró una tasa de crecimiento negativa de -1.0% promedio anual, explicada por la acelerada migración rural-urbana observada durante este periodo. Contrariamente, se registraron altas tasas de crecimiento del empleo en sectores como los de servicios financieros y empresariales (7.3% promedio anual), restaurant & hoteles (6.1%), servicios de la administración pública (6.3%) y construcción (5.6%). Otros sectores mostraron tasa de crecimiento del empleo más bajas, como la manufactura (1.2%), servicios sociales, comunales & personales (1.1%) y comercio (2.5%).  Debido al mayor crecimiento de producto en relación al empleo, durante este periodo la productividad laboral para la economía en su conjunto creció a una tasa promedio anual de 2.9%. Hubo crecimientos significativos en la productividad laboral en sectores como la agricultura (4.0% por año), debido a la caída del empleo en este sector, manufactura (3.6%), construcción (3.2%), este último sector debido al elevado crecimiento de su producto. Contrariamente, se presentaron caídas de productividad laboral en sectores como restaurant & hoteles (-3.0% en promedio), servicios financieros y empresariales (-3.3%) y servicios de la administración pública (-0.4%). Durante este periodo, debido a la bonanza por la que atravesó la economía, hubo una creación de empleos de mayor productividad.

En 2016 y 2017, se observa una caída en las tasas de crecimiento, como resultado de la caída en los precios de exportación de materias primas, lo que le restó dinamismo a la economía. Durante estos dos años, el producto total creció en promedio en 4.2% por año.  Esta desaceleración del crecimiento se dio principalmente en sectores relacionados a las exportaciones de materias primas, como minería e hidrocarburos, que en conjunto crecieron en promedio en 0.9% por año. Sin embargo, se mantuvieron altas tasa de crecimiento en sectores como la construcción, agropecuario, comercio, manufactura, restaurant & hoteles, y servicios de la administración pública. A pesar de la desaceleración de la economía, el empleo creció a una tasa promedio anual de 3.0%, debido a una mayor participación de la PEA en el mercado laboral. Se produjo un crecimiento importante en el empleo en las actividades agropecuarias (4.7% promedio anual), posiblemente para absorber la gran contracción en el empleo en la minería e hidrocarburos (-13.8%). Como resultado, la tasa de crecimiento de la productividad laboral se redujo a 1.2% promedio anual. Hubo aumentos significativos en el crecimiento de la productividad en sectores con bajo crecimiento o alta contracción del empleo, como la construcción, minería & hidrocarburos, y servicios de la administración pública. En resumen, durante estos dos años post bonanza hubo creación de empleo, aunque de menor productividad que el observado durante el periodo de la bonanza.

Elasticidad Empleo-Producto

Un indicador que mide la relación existente entre el crecimiento del empleo y del producto, es la elasticidad empleo-producto (el cambio porcentual del empleo ante un cambio porcentual del producto). Esto implica que cuando el crecimiento económico es intensivo en empleo, éste puede deberse a la expansión de sectores con una alta elasticidad empleo-producto. Sin embargo, es importante notar que la elasticidad refleja la inversa de la productividad laboral, por lo que una elasticidad mayor a la unidad implica que el crecimiento económico va a generar una caída en la productividad, mientras que una elasticidad menor a la unidad significa que la expansión del empleo está ocurriendo conjuntamente con un incremento en la productividad. Un incremento en la productividad podría conducir a una reducción en la elasticidad empleo del crecimiento.

Cuadro 2

Elasticidad Empleo-Producto

Fuente: Elaborado en base a información del Instituto Nacional de Estadística (Encuesta de Hogares y Cuentas Nacionales)

El cuadro 2 muestra que, en el período 2001-2005, la elasticidad arco global empleo-producto fue 1.16, razón por la cual durante este período la productividad tendió a caer. Los sectores con elasticidad empleo-producto menor a la unidad, y que exhibieron incrementos de productividad, fueron: agropecuario, comercio, servicios sociales, comunales & personales, y servicios de la administración pública. Es interesante notar que los sectores que presentan elasticidades negativas muestran en este caso caídas de productividad (construcción y servicios privados y a empresas). Esto se debe a que estos sectores experimentaron caídas en el producto e incrementos en el empleo. Sin embargo, podrían existir casos de sectores, con elasticidades negativas, que presenten incrementos en la productividad, lo que ocurre cuando se dan aumentos en el producto con caídas en el empleo.

Durante el período 2006-2015, la elasticidad arco empleo-producto de la economía se redujo sustancialmente a 0.38, reflejando un incremento del producto mucho mayor al del empleo, lo que también explica el significativo aumento en la productividad laboral observado en este periodo. Los sectores que presentaron mayores aumentos de productividad—agropecuario, manufactura y construcción—fueron también los que exhibieron menores elasticidades empleo-producto. Por otra parte, los sectores con elasticidades altas experimentaron menores incrementos de productividad, como fue en general el caso de los sectores de servicios.

Finalmente, durante el periodo 2016-2017, la elasticidad arco aumentó a 0.71 para toda la economía, por lo que se redujo la tasa de crecimiento de la productividad. Nuevamente, los sectores de menor elasticidad, como ser la manufactura, construcción, restaurant & hoteles, servicios privados y a empresas, son los que presentan mayores crecimientos de productividad, y los sectores de mayor elasticidad—agropecuario, electricidad, gas & agua, comercio, servicios sociales, comunales y personales—son los que muestran menores tasas de crecimiento de productividad.

De lo anterior se desprende que, en el largo plazo, los cambios esperados en las elasticidades empleo-producto tiendan a caer gradualmente a medida que el país se vuelve más desarrollado y relativamente menos intensivo en el factor trabajo. Por ejemplo, un crecimiento del PIB de 5% por año y una elasticidad empleo-producto de 0.8 permitiría un crecimiento del empleo de 4%, superior a la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo en Bolivia. Por lo tanto, un crecimiento sostenido de esta magnitud en un período relativamente largo, permitiría a la economía completar la llamada “transición de Lewis”, es decir, la absorción de la “mano de obra excedentaria” en los sectores modernos.

*Investigador Senior de INESAD, lcjemio@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

Ventajas Comparativas: Base del Comercio Internacional en Bolivia

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Por Beatriz Muriel H., Ph.D*

En julio fue el lanzamiento del libro “Un Siglo de Economía en Bolivia 1900-2015” publicado por la Fundación KAS, del cual tuve la satisfacción de participar con un tópico sobre la historia de los patrones comerciales del país (1900-2015). Uno de los desafíos más interesantes fue recolectar datos que permitan evaluar la composición de las exportaciones e importaciones a lo largo del periodo de análisis. Con todo, en este artículo no enfatizaré sobre estos – el libro puede ser descargado en este link – sino sobre el principal hallazgo que encontré: los patrones comerciales en Bolivia han estado históricamente determinados por las ventajas comparativas asentadas en recursos naturales.

Para los lectores poco familiarizados con el concepto, la literatura describe las ventajas comparativas a partir del modelo de Heckscher-Ohlin-Vaneck (HOV). Esta teoría es una ampliación de Heckscher-Ohlin considerando muchas economías, numerosos bienes y varios factores de producción; donde las relaciones comerciales son estudiadas a través del contenido de estos factores implícitos en los bienes (y no de los bienes en sí mismos). En este caso, un país relativamente rico en algunos factores de producción tenderá a exportar los servicios de estos factores y a importar los servicios de sus factores relativamente escasos.

Como se sabe, Bolivia ha sido relativamente rica en factores tales como recursos minerales, reservas hidrocarburíferas y tierras aptas para la agropecuaria. En efecto, las exportaciones estuvieron concentradas en materias primas extraídas de la naturaleza.  En la primera mitad del siglo XX destacó el aumento de las ventas de estaño que desplazó la primacía de la plata. En la segunda mitad del siglo XX, las exportaciones de estaño continuaron siendo importantes pero las ventas de hidrocarburos y algunos alimentos y productos agrícolas (como la soya y derivados) ganaron significancia en algunas décadas, mientras que desde el siglo XXI la historia favoreció al gas natural.

En contraste, las importaciones provinieron del aprovechamiento de tierras fértiles, capital físico y mano de obra calificada de otros países durante la primera mitad del siglo XX; ya que se concentraron en alimentos y manufacturas cada vez más intensivas en capital (y uso de nuevas tecnologías). Con todo, la visión del Estado de promover el desarrollo del sector agroindustrial en el oriente, a partir del Plan Bohan de 1942, dio sus frutos haciendo que las importaciones de alimentos disminuyan hasta el siglo XXI; aprovechando las ventajas comparativas que potencialmente se tenían en las tierras fértiles. Sin embargo, las importaciones de manufacturas continuaron a la vanguardia con productos de cada vez mayor transformación.

Los patrones comerciales basados en ventajas comparativas no son algo que debería sorprender. Trefler (1995)[1], por ejemplo, testea el modelo de HOV para 33 países y nueve factores de producción y encuentra que, cuando se controla por diferencias en tecnología, aranceles y costos de transporte, el modelo predice el 93% del comercio internacional. En realidad lo que asombra es que en el país prácticamente las ventajas comparativas se han asociado a exportaciones de materias primas sin el catch up de las olas industriales ocurridas en el mundo.

Un ejemplo de lo mencionado es China. Este país ha sido relativamente rico en mano de obra, y si no se hubieran implementado medidas para promover el desarrollo industrial, el factor trabajo seguiría siendo utilizado en agropecuaria y manufacturas en su mayoría de baja transformación. Sin embargo, esta ventaja comparativa ha sido muy bien aprovechada desde finales de los 70, y en las últimas décadas China ha estado a la vanguardia en crecimiento económico.

Cabe preguntarse nuevamente entonces ¿Qué pasó con Bolivia?

[1] Trefler, D. (1995). “The Case of the Missing Trade and Other Mysteries”. American Economic Review 85(5): 1029-46.

*Directora ejecutiva e investigadora Senior de INESAD, bmuriel@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

Las Revoluciones Industriales

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Por: Carlos Gustavo Machicado*

Los economistas han denominado como la cuarta revolución Industrial a la convergencia entre tecnologías digitales, físicas y biológicas. Los empresarios la denominan Industria 4.0. El pionero en este concepto de cuarta revolución industrial es el Dr. Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) y autor del libro The Fourth Industrial Revolution (La Cuarta Revolución Industrial). Según este libro y como entendemos los economistas, una revolución industrial se caracteriza por el surgimiento de «nuevas tecnologías y nuevas maneras de percibir el mundo que impulsan un cambio profundo en la economía y la estructura de la sociedad». Básicamente, una revolución industrial es lo que permite a un país dar un salto de crecimiento, para entrar en una senda de desarrollo superior.

La primera revolución industrial se ubica entre mediados del siglo 18 y el siglo 19 y se da en Europa y Norteamérica, iniciándose en Gran Bretaña el año 1820. Es una revolución que se caracteriza por la energía basada en el vapor y energía hídrica y donde las sociedades agrarias y rurales se convirtieron a sociedades urbanas e industriales. Esta primera revolución industrial fue muy relevante para el estudio de la economía porque dio inició al concepto del crecimiento económico. Mientras que el PIB per cápita había crecido solo un 50% en un lapso de 1.800 años (entre el año 1 y 1820) entre 1820 y 1998 creció en 750% (Maddison, 2001).

La segunda revolución industrial se ubica entre 1870 y 1914, justo antes de la Primera Guerra Mundial y se caracterizó por el uso de la electricidad para generar una producción masiva. Fue un período también impulsado por el desarrollo de los ferrocarriles.

La tercera revolución industrial, comienza en la década de los 80s y no se tiene claro si ha concluido aún. Se caracteriza por el desarrollo de la computación y de las tecnologías digitales. Obviamente incluye todo lo que es el desarrollo del Internet y de las tecnologías de información y comunicación (TICs).

La cuarta revolución industrial se basa en las tecnologías digitales de la tercera revolución, pero con una expansión tecnológica drástica que se incorpora dentro de la vida de las sociedades. Se caracteriza por importantes desarrollos tecnológicos en los campos de la robótica, la inteligencia artificial, la nano y biotecnología entre otros campos. A diferencia de las otras revoluciones, los datos juegan un rol fundamental y se dicen que son el nuevo petróleo porque de ellos depende toda la construcción y evolución de la inteligencia artificial.

¿En qué etapa de revolución industrial se encuentra Bolivia?

Según Saravia, Machicado y Rioja (2014) quienes definen a la industrialización como el proceso de movilización de recursos (mano de obra) desde el sector agrícola a los sectores no agrícolas, Bolivia inicio este proceso el año 1891, siendo además el último país sudamericano en hacerlo. Por tanto si entendemos que este fue el momento en que se pasó de una economía rural a una economía urbana, esta sería la fecha para la primera revolución industrial en nuestro país. Por otro lado, empleando el concepto de que la segunda revolución industrial sucedió con el desarrollo de los ferrocarriles, entonces de acuerdo a Contreras (2018) podemos indicar que la primera ferrovía que se construyó en Bolivia fue la extensión de la ferrovía Antofagasta-Uyuni hacia Oruro en el año 1892. Coincidencia o no, entonces en Bolivia la primera y segunda revolución industrial se dieron paralelamente.

Resulta difícil identificar cuando ha comenzado la tercera revolución industrial y más aún si es que ha estado relacionada con un salto en productividad, pero lo que si queda claro es que estamos lejos aún de entrar a la cuarta revolución industrial y es poco lo que se está haciendo por parte del gobierno y del sector privado para que no nos tome por sorpresa y entremos a la misma sin la adecuada preparación. Según el Dr. Schwab, la cuarta revolución industrial se constituye en un nuevo paradigma de la conectividad total y llegará diez veces más rápido que la primera revolución industrial, afectando a una base de población 300 veces superior.

Referencias:

Contreras, M. (2018), “El desarrollo del transporte en Bolivia, una aproximación al impacto económico y social de los ferrocarriles y carreteras 1900-2015”. En Un siglo de economía en Bolivia 1900 – 2015, Tomo I, capítulo 7. Fundación Konrad Adenauer.

Maddison, A. (2001), The World Economy: A Millennial Perspective, OECD.

Saravia, A., C.G. Machicado y F. Rioja. (2014) “Productivity, Structural Change and Latin American Development”. Review of Development Economics, Vol.18 (3), pp. 610-624.

*Investigador Senior de INESAD, cmachicado@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

La necesidad de medir la eficiencia de la inversión pública en Bolivia

Por: Luis Carlos Jemio Ph.D.*

La importancia de la inversión pública en Bolivia

La inversión pública ha jugado un rol fundamental en la estrategia de desarrollo impulsada por el actual gobierno, lo cual ha sido apoyado por la alta disponibilidad de recursos con que contó el país y el sector público boliviano a en los últimos 12 años. Como puede verse en el gráfico 1, en el periodo 2006-2017, los montos destinados a la inversión por parte del SPNF han totalizado US$ 44,6 mil millones. Estos montos han ido aumentando constantemente pasando de US$ 970 millones en 2005 a US$ 6.360 millones en 2014. Para el periodo 2015-2017 la inversión del SPNF disminuyó a un promedio anual de US$ 5.770 millones, debido a la caída de los ingresos fiscales ocurrida como resultado de los menores precios internacionales de materias primas.

Gráfico 1

Formación de Capital Fijo Público y Privado

(millones US$)

GRAFICO 1

    Fuente: elaborado en base a información del INE y Banco Central

Como resultado de este impresionante crecimiento de la inversión pública, la inversión del SPNF pasó de representar un 78.3% de la inversión total en 2005 (10.2% del PIB), a 92.6% de la inversión total en 2014 (19.4% del PIB). En 2017, la inversión del SPNF cae a 15.6% del PIB y a 82.5% de la inversión total.

Dada la importancia y peso de la inversión pública en el total de la inversión de la economía, una pregunta relevante entonces es cuán efectiva y eficientemente está siendo ejecutada esta inversión en términos de contribuir a los objetivos de política planteados por los hacedores de política, como ser crecimiento económico, generación de empleo, reducción de la pobreza, desigualdad, etc.

El gráfico 2 muestra, por ejemplo, la trayectoria seguida entre 1990 y 2017 por λ, que mide la relación entre la tasa de crecimiento del PIB y la tasa de inversión del SPNF, medida como porcentaje del PIB. Este coeficiente mide la relación existente entre un punto porcentual del PIB de inversión del SPNF, y la tasa de crecimiento del PIB.

formula

Un valor alto de este coeficiente indica que la economía presenta una mayor tasa de crecimiento por unidad de inversión pública ejecutada. Esto sería el resultado de una mayor eficiencia en la inversión pública, o también estaría reflejando una mayor participación de la inversión privada en la inversión total, que contribuiría a un mayor crecimiento del PIB para un determinado nivel de inversión pública.

 

Gráfico 2

Relación crecimiento/inversión SPNF

GRAFICO DOS

Fuente: elaborado en base a información del INE y Banco Central

El gráfico 2 muestra que durante el periodo 1990-1998, en promedio, una unidad de inversión pública, medida como porcentaje del PIB, estaba asociada a un crecimiento del PIB adicional de 0.54%. Es decir, la tasa de inversión del SPNF durante ese periodo fue en promedio de 8.4% del PIB, mientras que la tasa de crecimiento del PIB fue en promedio de 4.4%. Este coeficiente se redujo a 0.30% durante el periodo 1999-2005, como resultado de la desaceleración económica ocurrida durante esos años. Durante el periodo de bonanza (2006-2013), cuando la inversión pública se convirtió en el motor principal del crecimiento económico, la relación crecimiento inversión pública aumentó a 0.39%, mientras que durante el periodo post bonanza (2014-2017) esta relación bajó a 0.27% en promedio. Como se mencionó anteriormente, estos cambios en el coeficiente crecimiento-inversión del SPNF pueden deberse a cambios en la composición de la inversión entre pública y privada, pero también a cambios en la eficiencia en la ejecución de la inversión pública.

Si bien este método no mide con precisión el nivel y los cambios en la eficiencia de la inversión pública en términos del crecimiento económico, el análisis anterior sirve para resaltar la importancia de contar con un sistema de evaluación de la calidad de la inversión pública.

Sistema ex-post de evaluación de la inversión pública

Algunos países de América Latina, los más avanzados en manejo presupuestario, han puesto en funcionamiento sistemas de evaluación ex-post de la inversión pública. El objetivo de estos sistemas es evaluar la efectividad y eficiencia de la inversión del gobierno. Los SEIP parten del principio que la inversión pública no está expuesta a la prueba del mercado, ya que ésta es decidida por las autoridades en los diferentes niveles de gobierno, y los beneficiarios últimos de la inversión, el público en general, son receptores pasivos de la misma. Por este motivo, contar con un sistema que permita evaluar la eficiencia y eficacia de los proyectos o iniciativas de inversión pública adquiere mucha importancia.

Además, los SEIP permiten cerrar el “Ciclo Presupuestario”, ya que la información obtenida al evaluar la eficiencia y eficacia de las iniciativas de inversión, es utilizada para retroalimentar la elaboración del próximo presupuesto del sector público, el cual incorporará los cambios necesarios detectados.

Los SEIP evalúan la inversión pública a niveles macro- y microeconómico.  A nivel macro se evalúa el impacto de la inversión pública en función a su contribución al logro de objetivos macroeconómicos y sectoriales agregados, como es el caso del crecimiento del PIB, generación de empleo, crecimiento de las exportaciones, etc. La inversión pública es evaluada en función al desempeño de un grupo de indicadores macro relevantes, según el área donde ésta es ejecutada.

A nivel micro, las iniciativas de inversión son evaluadas individualmente, analizando el impacto de las mismas a nivel microeconómico, y el cumplimiento de los objetivos asignados a cada uno de los proyectos de inversión.  Esta información permite realizar ajustes en la ejecución de las iniciativas de inversión, si es que éstos no están contribuyendo en forma eficiente a los objetivos planteados, ya sea descontinuando su ejecución, transfiriendo su ejecución a otra repartición del Estado, o manteniendo su ejecución intacta si es que ésta está cumpliendo los objetivos trazados en forma efectiva.

Bolivia debe implementar un sistema de evaluación ex -post de la calidad de la inversión pública, ya que solo de esta manera, las autoridades y la población podrán conocer que tan bien están siendo utilizados e invertidos los recursos públicos, y las autoridades puedan además realizar los ajustes necesarios si el caso así lo requiere.

 

*Investigador Senior de INESAD, lcjemio@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

 

No podemos ignorar la transición demográfica en Bolivia

bbranisapeque
Por: Boris Branisa, Ph.D.

Cuando se piensa en el largo plazo, en especial desde una perspectiva histórica, se suele poner énfasis en eventos como guerras y revoluciones, que pueden modificar en poco tiempo las estructuras de poder o alterar la forma de organización de una sociedad. Pensando en el corto plazo, por otra parte, se tiende a prestar la mayor parte del tiempo, en la prensa en particular y en la sociedad en general, mucha atención a temas de actualidad económica o social.

Hace algunos días, el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia lamentaba públicamente que por falta de orientación no se haya invertido lo suficiente en su momento en la construcción de hospitales en general y en especial en la construcción de hospitales para atender a enfermos con cáncer (link 1 – El Deber , link 2 – Página Siete, link 3 – El Diario). Creo que esta afirmación nos debe llevar a hacer un alto y meditar, porque no es solamente el Presidente, sino la gran mayoría de los bolivianos, que estamos prestando poca atención a tendencias sumamente relevantes a la hora de entender la realidad nacional, reflexionar sobre el futuro y tomar decisiones fundamentadas, considerando no sólo el corto, sino también el largo plazo. Como afirma Davies (2016), en el muy largo plazo, aparte de la tecnología, la demografía es prácticamente lo único que importa. En esta línea, deseo referirme en este post a una de las transiciones fundamentales en las cuales está inmersa Bolivia y que no recibe aún la atención necesaria en el país: la transición demográfica.

La transición demográfica es, según Kirk (1996: 361), «una de las generalizaciones mejor documentadas en las ciencias sociales», y se refiere a la modificación de las tasas de mortalidad y de fecundidad en una sociedad, partiendo desde un estado en que ambas son altas y terminando en un nuevo estado donde ambas son bajas. Rowland (2003) explica que la transición demográfica no es tanto una teoría como un conjunto de generalizaciones de tendencias observadas.  La transición demográfica clásica supone que la disminución de la mortalidad ocurre primero, y sólo es seguida por una reducción en la fecundidad después de un tiempo (Population Reference Bureau staff, 2004).[i] Dos consecuencias principales de la transición demográfica clásica son: (i) la existencia de un intervalo en el que la tasa de crecimiento de la población primero aumenta como consecuencia del descenso de la mortalidad y después disminuye debido al descenso posterior de la fecundidad, y (ii) el envejecimiento de la población acompañado de cambios en la distribución por edades de la población (Lee, 2003).

Las consecuencias descritas ya están siendo experimentadas por la población boliviana, como se expone en las tres figuras a continuación, construidas utilizando datos desde 1950 y proyecciones para Bolivia hasta el año 2100 de Naciones Unidas. La figura 1 muestra cómo la tasa media anual de cambio poblacional primero aumentó entre los periodos 1950-1955 y 1975-1980, para posteriormente ir disminuyendo. Se espera que esta tendencia continúe hasta el periodo 2095-2100.

Figura 1: Bolivia. Tasa media anual de cambio poblacional (porcentaje)

G1

Fuente: Elaboración propia con datos de United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2017). World Population Prospects: The 2017 Revision, custom data acquired via website.

La figura 2 confirma el paulatino envejecimiento de la población boliviana. Si bien entre 1950 y 2000 la edad mediana de la población se mantuvo relativamente cerca a los 20 años, desde entonces se observa un incremento importante y sostenido. Se espera que en el año 2025 la edad mediana llegue a 27 años, en 2050 a 34 años, en el año 2075 a 40 años y en 2100 a 45 años.

Figura 2: Bolivia. Edad mediana de la población (años)

G2

Fuente: Elaboración propia con datos de United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2017). World Population Prospects: The 2017 Revision, custom data acquired via website.

Finalmente, la figura 3 muestra los cambios significativos en la distribución por edades de la población boliviana. Por un lado, destaca la disminución del grupo de edad entre 0 y 14 años, que pasa de representar el 38% de la población total en 2000 al 22% en el año 2050 y a solamente 16% en 2100. Por otro lado, el grupo de edad de los mayores de 64 años pasa de ser aproximadamente el 5% de la población total en 2000 al 12% en 2050 y al 26% en el año 2100.

Figura 3: Bolivia. Porcentaje de la población total por grupo de edad

G3

Fuente: Elaboración propia con datos de United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2017). World Population Prospects: The 2017 Revision, custom data acquired via website.
En el capítulo sobre demografía (Branisa et al., 2016) del libro El ABC del Desarrollo en Bolivia de la Fundación INESAD exploramos las potenciales ventajas para Bolivia en la etapa de transición demográfica conocida como bono demográfico, que es un tiempo de cambios poblacionales muy favorables para el desarrollo y el crecimiento económico, si se dan las condiciones necesarias. En este post queremos más bien alertar sobre la necesidad de considerar los cambios demográficos en los que estamos inmersos (y por ejemplo su posible impacto sobre el ahorro nacional) a la hora de tomar decisiones en lo que se refiere a la inversión en los siguientes años en infraestructura, educación y salud, entre otros, y también en lo que concierne a su financiamiento. Estamos transitando de manera lenta pero segura hacia una Bolivia con una población que, en promedio, será cada vez mayor y en la cual los bolivianos mayores de 64 años serán un grupo cada vez más importante, con todo lo que esto implica para la atención de la salud y el cuidado, además del financiamiento de las jubilaciones.

En un siguiente post abordaremos otra transición (relacionada con la transición demográfica) que es también muy relevante para Bolivia: la transición epidemiológica.

Referencias

Branisa, B., Jemio, L.C., Kornacka, M., Cardona, M. (2016). «D – Demografía,» en: Andersen, L.E., Branisa, B. y Canelas, S. (eds.), 2016. «El ABC del desarrollo en Bolivia,» INESAD ebooks, Institute for Advanced Development Studies.

Davies, G. (2016). It’s the demography, stupid! URL: https://www.ft.com/content/b1a6b24a-df3d-3a55-b37f-817d0b77e3a8      

Jones, G. y Douglas, R. (1997). Introduction, en: Jones, G., Douglas, R., Caldwell, J. y D’Souza, R. (eds). The Continuing Demographic Transition. Clarendon Press, Oxford.

Kirk, D. (1996). “Demographic Transition Theory”. Population Studies, 50, 361-387.

Lee, R. (2003). “The Demographic Transition: Three Centuries of Fundamental Change”. Journal of Economic Perspectives, 17 (4), 167-190.

Population Reference Bureau staff (2004). “Transitions in World Population”. Population Bulletin, 59 (1), 3-39.

Rowland, D. (2003). Demographic Methods and Concepts. Oxford University Press, Oxford.

[i] Sin embargo, es bien sabido por el análisis histórico que existe una amplia gama de situaciones que prevalecen en los países que atraviesan la transición demográfica y hay unos pocos casos donde la mortalidad no disminuyó primero (Jones y Douglas, 1997).

 

*Investigador Senior de INESAD, bbranisa@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

El vuelo AA 922

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Por: Carlos Gustavo Machicado*

Desde el pasado 4 de julio, American Airlines con su vuelo AA 922 dejo de operar la ruta Miami-La Paz-Santa Cruz-Miami manteniendo solamente la ruta Miami-Santa Cruz-Miami  pero con el vuelo AA 937/938. Varias fueron las reacciones cuando se anunció esta noticia en febrero. Por un lado, las agencias de viajes lamentaron la decisión (http://www.la-razon.com/economia/American_Airlines-La_Paz-operacion-Miami-Bolivia_0_2880311986.html), mientras que por otro, el gobierno le restó importancia.

Ciertamente, detrás de la decisión de la aerolínea están factores técnicos. Los aviones con los que opera a Bolivia son los Boeing 757 que tienen un promedio de edad de 18.6 años, que si bien no es mucho menos que el promedio de edad de la flota de BoA que es de 20.7 años  (según airfleets.es), en países como EE.UU. con ese promedio de edad ya se piensa en renovación y como lo indican varios foros (https://www.flyertalk.com/forum/american-airlines-aadvantage/1895913-aa-drop-lpb-la-paz-bolivia-effective-4-jul-2018-a.html) al parecer no hay un avión más moderno del mismo tamaño, por lo que American tendría que operar con un avión más pequeño que no abastecería para las dos ciudades o una más grande que más bien no podría ser llenado. Por otro lado ciertamente está el tema de la altura del aeropuerto de El Alto que siempre aumenta los costos de operación.

Pero, desde una perspectiva económica, esta salida de American de La Paz debería hacernos reflexionar un poco sobre la demanda de pasajeros, no solamente desde y hacia La Paz, sino desde y hacia Bolivia porque al final los aeropuertos de El Alto y Viru Viru son los puntos de entrada sobretodo de pasajeros extranjeros.

Los siguientes gráficos nos muestran la entrada y salida de visitantes por vía aérea, según tipo (nacional y extranjero) y por aeropuerto (El Alto y Viru Viru).

Gráfico 1

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Fuente: INE

Gráfico 2

2

Fuente: INE

Gráfico 3

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Fuente: INE

 

El gráfico 1 muestra que tanto las llegadas y salidas de visitantes nacionales y extranjeros han crecido a lo largo de los último 8 años. Viendo los gráficos 2 y 3 se observa que este crecimiento está determinado por las llegadas y salidas tanto de nacionales como de extranjeros a través del aeropuerto de Viru Viru y no tanto a través del aeropuerto de El Alto donde vemos que el crecimiento es más “suave” e incluso en al caso de extranjeros vemos que se ha mantenido relativamente constante entre el 2015 y 2016, mientras que en Viru Viru se observa una caída.

Uno podría pensar que si Viru Viru marca la tendencia nacional es porque hay más demanda de pasajeros desde y hacia Santa Cruz, pero la pregunta que surge y que no se puede responder, con los datos que se tiene, es si la mayor cantidad de pasajeros por ese aeropuerto es porque hay más frecuencias o es porque al haber más frecuencias hay más pasajeros (igual que el dilema de que fue primero si el huevo o la gallina). Controlando por el número de frecuencias semanales por aeropuerto parecería que en 2016 tanto El Alto como Viru Viru se repartían equitativamente los pasajeros extranjeros. El Alto con una frecuencia de 52 vuelos internacionales por semana tuvo una llegada de 46 extranjeros por frecuencia, mientras que Viru Viru tuvo una llegada de 48 extranjeros por frecuencia. En cuanto a salidas la diferencia es un poco mayor aunque tampoco significativamente mayor. El Alto tuvo 46 pasajeros por frecuencia y Viru Viru 52. Esto de alguna manera indica que para los extranjeros no existe una preferencia marcada en cuanto al aeropuerto de entrada y salida de Bolivia.

Para estimar una función de demanda de nacionales se necesitarían por lo menos datos de ingresos y precios de pasajes. Como es difícil conseguir precios y las series de tiempo no son lo suficientemente largas, en los siguientes gráficos se muestra solamente la correlación entre llegada y salida de visitantes nacionales vs la población y vs el ingreso per cápita real.

Gráfico 4

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Fuente: INE

Gráfico 5

5

Fuente: INE

Los gráficos 4 y 5 muestran que la salida de nacionales desde La Paz al parecer si responde al crecimiento de la población y a los ingresos per cápita de ese departamento con correlaciones de 0.94 y 0.97 respectivamente, en cambio en Santa Cruz las correlaciones son de 0.81 con la población y de 0.78 con el ingreso per cápita. Si consideramos que el número de salidas de nacionales refleja la demanda de cada departamento, en ambos se observa una demanda creciente y en La Paz además es una demanda mejor comportada que en todo caso en cualquier planificación aérea debería ser más fácil de proyectar.

En síntesis, se ha querido de alguna manera mostrar que el argumento de baja demanda que empleo American Airlines para justificar su salida de operaciones del aeropuerto de El Alto parece no ser tan valedero, aunque se requieren hacer estimaciones robustas, pero lo que si es cierto es que el mercado de pasajeros bolivianos es muy pequeño y lo que se evidencia es que además el mercado de pasajeros extranjeros no ha crecido significativamente. Las llegadas y salidas de visitantes de EE.UU. representaban en 2008 el 3% del total y esto no cambio en 2016. Por tanto lo que al parecer está sucediendo es que la llegada de turistas a nuestro país no está creciendo como debería y quizás hasta incluso está decreciendo.

*Investigador Senior de INESAD, cmachicado@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

¿Cuáles son los principales problemas del clima de negocios en Bolivia?

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Por Beatriz Muriel H., Ph.D*

El clima de negocios supone las características del entorno económico, político, institucional y social de un dado país que pueden incentivar o desmotivar el desarrollo productivo vía el crecimiento empresarial.

En el año 2017, el Banco Mundial (2017)[1] realizó una encuesta a 364 firmas formales de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, con cinco trabajadores o más. El objetivo fue recolectar información sobre el clima de negocios; además de indagar ciertas características e indicadores de desempeño de las firmas.

La encuesta investigó los siguientes obstáculos relativos al clima de negocios: acceso a las finanzas; acceso a la tierra; licencias comerciales y permisos; corrupción; tribunales; crimen, robo y disturbios; regulaciones aduaneras y comerciales; electricidad; fuerza laboral con educación inadecuada; regulaciones laborales; inestabilidad política; prácticas del sector informal; administración tributaria; tasas impositivas; y transporte.

El Gráfico 1 presenta los siete mayores obstáculos relativos al clima de negocios apuntados por las empresas en Bolivia, y contrasta con aquellas de América Latina y el Caribe. El 23% de las empresas en el país consideró que el mayor obstáculo son las “prácticas del sector informal”; lo que responde -como es ya conocido- a los elevados costos de formalidad que promueven inequidades entre los que pagan y los que no pagan al momento de competir en el mercado interno. La “administración tributaria” y las “tasas impositivas” son señaladas en el segundo y tercer lugar, respectivamente, con porcentajes de 13% y 12%.

Gráfico 1: Siete Mayores Obstáculos del Clima de Negocios en Bolivia y Comparación con América Latina, 2017.

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Fuente: Elaboración propia con base a datos del Banco Mundial (2017)

En contraste, en América Latina y el Caribe el obstáculo más importante está asociado al “acceso a financiamiento”, ya que es apuntado por el 15% de las empresas. Las “prácticas del sector informal” son también relevantes para algunas firmas, aunque el porcentaje es mucho menor que para el caso de Bolivia (13%). En tercer lugar se sitúa la “fuerza de trabajo con educación inadecuada” con el 12% de respuestas.

Un aspecto interesante al evaluar el clima de negocios es que la relevancia de los factores difiere por tamaño de empresa. El Gráfico 2 muestra que para las firmas entre 5 a 99 trabajadores el mayor obstáculo son las “prácticas del sector informal”. Para aquellos que cuentan con 5 a 19 empleados, la política y la gestión tributaria se constituyen también en factores que entorpecen el desempeño empresarial, mientras que para las que se sitúan entre 20 a 99 trabajadores, la “corrupción” y las “regulaciones laborales” limitan su crecimiento.

 

Gráfico 2: Tres Mayores Obstáculos del Clima de Negocios en Bolivia por Tamaño de Empresa, 2017.(En porcentaje).

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Fuente: Elaboración propia con base a datos del Banco Mundial (2017)

En el caso de las empresas grandes -con 100 o más empleados- el 42% señala que las “regulaciones laborales” son el obstáculo más importante en materia de clima de negocios, mientras que la “administración tributaria” queda en segundo lugar (24%) y las “tasas impositivas” en tercero (11%).

En resumen, la información muestra que Bolivia se destaca por una competencia desleal asociada al sector informal, y que aún se agrava por el peso institucional vía cargas tributarias, laborales y escenarios de corrupción. Estos factores serían los principales obstáculos para el desempeño productivo-empresarial formal.

*Directora ejecutiva e investigadora Senior de INESAD, bmuriel@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

 

Referencias:

[1] World Bank (2017). Enterprise Survey: Bolivian Country Profile. Washington DC: International Bank for Reconstruction and Development, The World Bank Group.

Ciclos externos, reservas internacionales y deuda externa en Bolivia

Por: Luis Carlos Jemio Ph.D.*

En las dos últimas décadas, la economía boliviana ha pasado de un periodo de escasez de recursos externos (2000-2003) a un periodo de bonanza externa (2004-2012) y a un periodo de desaceleración y menor disponibilidad de recursos externos (2013-2017). Los ciclos económicos, han tenido un impacto significativo sobre el balance externo de la economía, medido éste por el balance en cuenta corriente de la balanza de pagos (CC). La balanza en CC pasó de un periodo de continuos déficits, a uno de continuos superávits durante el periodo de bonanza externa, y nuevamente a un periodo de déficits una vez el super-ciclo de materias primas había llegado a su fin. Este comportamiento cíclico del balance externo tuvo un efecto directo sobre la acumulación y des-acumulación de reservas internacionales y deuda externa por parte de Bolivia.

Como puede observarse en el gráfico 1, antes de la bonanza la economía boliviana se caracterizaba por tener continuos déficits externos, elevada deuda externa y bajo nivel de reservas internacionales. Durante el periodo de bonanza externa, la posición externa se modificó sustancialmente, y la cuenta corriente pasó a mostrar significativos superávits que en promedio alcanzaron a US$ 1.800 millones para el periodo 2006-2012. Durante este periodo, las reservas internacionales del Banco Central aumentaron de US$ 1.714 millones en 2005 a US$ 13.926 millones en 2012, equivalente a un incremento promedio anual de US$ 1.745 millones. A su vez, la deuda externa se redujo sustancialmente en los años 2006 y 2007, gracias a los programas de reducción de deuda con organismos multilaterales del cual se benefició el país y que fueron negociados en su totalidad antes de 2006. El stock de deuda externa bajó de US$ 4.942 millones en 2005 US$ 2.208 en 2007. Durante el resto de los años de bonanza (2008-2012), el stock de deuda aumentó en alrededor de US$ 400 millones por año, hasta llegar a US$ 4.196 millones en 2012.

Gráfico 1

Reservas internacionales, deuda externa y balance externo en Bolivia (millones US$)

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Fuente: elaborado en base a información del BCB

A partir de 2013, en el periodo de la post-bonanza, el balance externo positivo se reduce sustancialmente en 2013 y 2014, y pasa a presentar balances negativos considerables para el periodo 2015-2017. Durante este último periodo el déficit en CC alcanza en promedio a US$ 2.000 millones. Como era de esperar, el déficit externo se ha traducido en una caída de reservas internacionales y en un mayor endeudamiento externo. Las reservas caen de US$ 15.123 millones en 2014 a US$ 9.934 millones en 2017. La deuda externa pública por otro lado aumenta de US$ 4.195 millones en 2012 a US$ 9.428 millones en 2017.

El gráfico 2 presenta la misma información del gráfico 1, pero las reservas internacionales y la deuda externa ahora son expresados en términos de flujos anuales. Puede observarse con mayor claridad que durante la bonanza, los superávits en CC se tradujeron en una acumulación casi equivalente de reservas internacionales, mientras que en periodo post-bonanza, los elevados déficits externos causaron una caída casi equivalente de reservas en 2015 y 2016, y un aumento de la deuda externa. A pesar del elevado déficit externo las reservas no cayeron en 2017, ya que ese año el déficit fue financiado fundamentalmente con mayor endeudamiento externo. Es absolutamente claro que esta situación de elevado déficit externo no es sostenible en el mediano y largo plazo, ya que eso implicaría una continua pérdida de reservas internacionales y/o un aumento de la deuda externa.

Gráfico 2

Flujos de reservas internacionales, deuda externa y balance externo en Bolivia (millones US$)

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Fuente: elaborado en base a información del BCB

Dado que los superávits y déficits externos (en CC) son los causantes de la acumulación y des-acumulación de reservas internacionales y de deuda externa, es importante e interesante analizar cuál es su origen en base a los equilibrios internos de los sectores público y privado. Para este efecto, vamos a utilizar el balance ahorro—inversión de la economía, es decir:

(1)  S(I) + S(E) = I

Donde:  S(I) es el ahorro interno,  S(E) es el ahorro externo e  I es la inversión.

Desagregando por una parte S(I) entre ahorro público [S(g)] y ahorro privado [S(p)], y por otra  entre inversión pública [I(g)] e inversión privada [I(p)], y reordenando la ecuación se obtiene el balance ahorro—inversión de la economía como:

(2) [S(g)-I(g)] + [S(p)-I(p)] = -S(E)

Es decir:

Balance Gobierno + Balance Privado = –Balance Externo

 

El gráfico 3 presenta la ecuación (2) para los 3 periodos descritos anteriormente. Como puede observarse, en el periodo previo a la bonanza externa, el déficit externo básicamente era generado por el déficit del sector público (SPNF), mientras que el sector privado mostraba superávits que fueron aumentando a medida que los efectos de la bonanza externa comenzaron a sentirse en la economía boliviana con mayor intensidad. Durante este periodo, el déficit del SPNF tendió a reducirse debido a los efectos de la bonanza y a partir de 2005, debido a la creación del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), que le permitió al Estado boliviano captar un mayor porcentaje del excedente de hidrocarburos.

Gráfico 3

Equilibrios internos y externo en Bolivia (porcentaje del PIB)

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Fuente: elaborado en base a información del MEFP, BCB e INE

Durante el periodo de bonanza externa, los superávits de los sectores públicos y privados se tradujeron en superávits significativos en cuenta corriente de la balanza de pagos, superiores a 11% del PIB para el periodo 2006-2008. El superávit externo se redujo transitoriamente en 2009, como resultado de los efectos de la crisis financiera mundial de 2008, que afectaron los precios de las materias primas y redujeron los ingresos externos y fiscales. En 2009, el superávit en CC de la balanza de pagos fue de 4,3% del PIB, explicado en su totalidad por el superávit privado (4,2% del PIB), ya que el superávit del SPNF para ese año fue de solo 0,1% del PIB. En los años siguientes, el superávit externo se recupera nuevamente debido nuevamente a la recuperación de los superávits del sector privado, mientras que el superávit del sector público se sitúa en alrededor de 1% del PIB en promedio para ese periodo.

En el periodo post-bonanza, como se analizó anteriormente, el balance externo se tornó deficitario, especialmente para el periodo 2015-2017, donde el déficit en CC de la balanza de pagos se sitúa en 6.0% del PIB en promedio. Como puede observarse en el gráfico 3, este déficit es fundamentalmente el resultado del déficit del SPNF, que durante este periodo fue en promedio de 7,3% del PIB, por lo que para reducirlo se necesita realizar un ajuste fiscal.

Conclusiones

Los choques externos a los que ha estado expuesta la economía boliviana han generado ciclos de superávits y déficits externos para el país, periodos en los cuales la economía pudo acumular y/o des-acumular reservas internacionales y deuda externa.

Los superávits externos observados durante este periodo se debieron en forma fundamental a los superávits del sector privado, ya que los superávits del sector público, con excepción de 2006, fueron de menor magnitud. Es decir, la acumulación de las reservas internacionales observada durante el periodo de la bonanza se debió principalmente al esfuerzo del sector privado y en menor medida al del SPNF.

De la misma forma, los déficits externos registrados en los periodos previos y posteriores a la bonanza externa, son mayormente atribuibles a los déficits del sector público, por lo que estos déficits son también los causantes de la pérdida de reservas internacionales y del aumento en la deuda externa observados.

En el periodo post-bonanza, la economía ha presentado déficits externos significativos. Dado que esos déficits son principalmente el resultado de los déficits del sector público, es necesario realizar un ajuste fiscal, que traiga el balance del SPNF en línea con la nueva realidad de menores ingresos fiscales y externos que vive la economía boliviana. Es absolutamente claro que la situación de déficit fiscal y externo que se registra en el país en la actualidad no es sostenible en el mediano y largo plazo, ya que eso implicaría una continua pérdida de reservas internacionales y/o un continuo aumento de la deuda externa, situación que complicará sustancialmente el comportamiento futuro de la economía.

*Investigador Senior de INESAD, lcjemio@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.

Las profecías auto cumplidas del autotransporte

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Por: Carlos Gustavo Machicado*

El 29 de enero de 2013, hubo también un paro del autotransporte en la ciudad de La Paz, exigiendo un ajuste en las tarifas y reclamando ante una respuesta de la alcaldía basada en una encuesta que hicieron para fijar dichas tarifas. Al respecto escribí un artículo en este blog (Tarifas del transporte en consulta… ¿Qué?), que volviendo a leer, puedo ver que algunas profecías que ahí vertía se han cumplido y es más el problema del autotransporte en la ciudad se ha agravado.

Una conclusión fundamental que llegaba en ese artículo era que fijar las tarifas en base a una consulta, sin tomar en cuenta la oferta y la demanda, lo único que iba a generar era un deterioro en la calidad del servicio de transporte público. Han pasado 5 años y queda claro que los minibuses ofrecen un servicio de pésima calidad y los micros y colectivos con placas de tres dígitos, peor.

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Tipo de cambio y deuda en Bolivia

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Por: Carlos Gustavo Machicado*

En una nota de prensa del 28 de diciembre del año pasado, el  Banco Central de Bolivia aclara correctamente al periodista Humberto Vacaflor, quien días antes había publicado un artículo denominado «Años de records», que cuando se analiza la deuda externa de un país, el indicador correcto a ver es el ratio saldo de la deuda externa en proporción al Producto Interno Bruto (PIB). La razón para ver este indicador y no el monto total de la deuda en dólares es que al igual que cuando un individuo solicita un crédito en un banco, lo que al banco le interesa es la capacidad de pago del individuo y no cuánto dinero este solicitando. Por eso es que lo primero que analiza el banco es a cuánto ascienden los ingresos del individuo. No es lo mismo que una persona que gane 50$ se preste 50$ que una persona que gane 100$ se preste los mismos 50$.

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