La situación económica del país nos lleva a preguntarnos ¿cuáles son las claves de un crecimiento económico sostenible e inclusivo?, ¿cómo incrementar la productividad?, ¿cómo cambiar la matriz productiva?, ¿cómo diversificar las exportaciones?, ¿cómo impulsar la transformación de la economía? Algunas de estas preguntas fueron respondidas parcialmente en foros económicos organizados por algunas instituciones. En esos espacios, unos expertos señalaron que el motor del crecimiento económico debe provenir de la inversión del sector privado, para eso requiere de reglas claras y un clima favorable. Otros propusieron que las ideas, pero no los recursos naturales, deben dar el impulso a la productividad y los negocios. En cambio, algunos mencionaron que la innovación y los emprendedores son la base para el desarrollo sostenible.
Existe un aspecto crítico en todas las propuestas presentadas, éstas suponen que el “capital humano” está disponible y es abundante para los cambios sugeridos, pero este recurso es escaso y tiene muchas limitaciones en nuestro país. Los datos de la Encuesta Continua de Hogares 2018, del Instituto Nacional de Estadística, muestran que el 14% de la población total tiene educación universitaria completa; pero lamentablemente, solo el 5% de estos profesionales ha logrado obtener un título de diplomado, maestría o doctorado. Es más, de acuerdo a los datos del Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB), durante el período 2010-2015, en promedio, 80 mil jóvenes ingresaron al sistema universitario por año, pero únicamente el 33% de los estudiantes logró terminar y se graduó. Además, el número de titulados anualmente en las áreas de ingeniería y ciencias puras, quienes están enfocados en los avances científicos y tecnológicos, fue menor comparado a las áreas económicas, sociales y de salud, representando solo el 20% de los titulados en el sistema universitario (ver Gráfico 1).
Gráfico 1: Número de titulados por área de conocimiento
En este momento, cuando el país tiene grandes desafíos como la industrialización, la automatización o la innovación, se requiere formar profesionales en las cuatro disciplinas claves para el futuro: Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM – Science, Technology, Engineering and Mathematics). Es más, se debe reforzar el capital humano mediante un sistema de educación STEM, considerado como un enfoque científico interdisciplinario que utiliza métodos innovadores y alternativos de enseñanza y aprendizaje, tales como proyectos, prácticas de laboratorio, uso de información y herramientas tecnológicas, pero basado en aplicaciones y situaciones del mundo real. Esto permitirá, por un lado, formar científicos e innovadores y, por otro, promover la cultura científica en el país para que la ciencia y la tecnología formen parte de los avances sociales y las transformaciones económicas del país.
Particularmente, la educación STEM abarca un gran número de carreras distintas relacionadas con las matemáticas, la tecnología, la ciencia y la ingeniería, y tiene la finalidad de formar profesionales para incrementar la productividad, optimizar los procesos industriales y mejorar las transformaciones socioeconómicas, mediante la electrónica y robótica, el tratamiento de datos (big data), los sistemas inteligentes, la realidad virtual o la biotecnología. Como enfatiza Bill Gates: “No podemos mantener una economía innovadora a menos que tengamos personas bien entrenadas en ciencia, matemáticas e ingeniería”.
Por todo esto, todas aquellas propuestas socioeconómicas que proponen transformaciones económicas, diversificación, sofisticación o reconversión industrial para el logro de un mayor crecimiento económico sostenible e inclusivo, deben incluir estrategias y acciones concretas para reforzar el capital humano mediante el enfoque STEM en todos los niveles del sistema educativo, dado que es una condición necesaria para cualquier iniciativa que busca generar e incrementar el valor agregado de las actividades económicas y empresariales mediante la innovación y el uso de la tecnología.
* Investigador Senior de INESAD, onina@inesad.edu.bo
Los puntos de vista expresados en el blog son de responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la posición de sus instituciones o de INESAD.
Los ingresos laborales –que agregan tanto los salarios de los empleados y obreros como los ingresos de los trabajadores independientes– pueden tener un desempeño pro-cíclico, a-cíclico o contra-cíclico con relación al desempeño de la economía. La pro-ciclicidad se da en los casos donde el aumento de la producción –en un escenario de bonanza– promueve un mayor requerimiento de mano de obra, y, desde aquí, las remuneraciones se vuelven más atractivas. Aún más, en el caso de los auto-empleados, el auge económico favorece el consumo de su producción y/o ventas –e.g. ventas de ropa y comida rápida– e inclusive puede estar asociado con precios más altos –e.g. los bateadores de oro venden los gramos encontrados al doble o triple–. En contraposición, en los periodos de desaceleración o recesión, la producción y el consumo caen y los ingresos laborales se reducen.
En otros casos, los ingresos pueden ser a-cíclicos; es decir, no estar asociados con los periodos de bonanza o recesión económica. Este puede ser el caso donde, bajo la existencia de sindicatos, las negociaciones obrero-patronales determinan los niveles salariales para un mediano y largo plazo, o donde éstos son determinados por el Estado –e.g. en una economía planificada–. Sin embargo, éstos pueden ser también contra-cíclicos cuando los salarios nominales se ajustan lentamente frente a caídas en los precios agregados (contextos de deflación).
Bajo este marco, cabe preguntarse ¿Cómo han evolucionado los ingresos laborales en Bolivia? ¿Han sido afectados por los ciclos económicos?
El Gráfico 1 presenta la trayectoria del ingreso laboral real en Bolivia–a precios de 2007, según el último año base del Índice de Precios al Consumidor–; considerando tanto el promedio agregado de toda la población ocupada como las respectivas medidas correspondientes a los trabajadores que reciben salarios y a los que son independientes.
Gráfico 1: Ingresos laborales reales, 2000-18
(En Bs. de 2007)
A nivel agregado, entre 2000 y 2004, el crecimiento del PIB es bajo, 2,8% promedio anual, coincidente con un estancamiento de los ingresos de los trabajadores. En el periodo de expansión, 2005-2014, la tasa aumenta al 5,1% y los ingresos laborales reales lo hacen al 3,6% promedio anual. En los años de desaceleración, 2015-2018, el crecimiento del PIB cae a 4,2%; mientras que los ingresos bajan a una tasa de -2,6% (incluso llega al -3,4% anual en 2014-2018). Este comportamiento muestra que los ingresos siguen, en alguna medida, el desempeño de la economía; aunque se observa una pro-ciclicidad algo mayor para el caso de los trabajadores no asalariados (principalmente desde 2004).
Al respecto, Muriel y Vera (2015) estiman un modelo econométrico para el caso de Bolivia¹ aproximando los ciclos económicos con los componentes cíclicos de los precios agregados y del PIB; y calculan que el incremento del 1% en los precios de corto plazo aumenta los ingresos en 0,5%, y el incremento del 1% en la producción de corto plazo en 0,52%. Con todo, el crecimiento del 1% del PIB tendencial, o de largo plazo, también sube los ingresos laborales en un 0,4%.
Esta información muestra que los ingresos laborales han sido afectados por los ciclos económicos; por lo que frente a un periodo de bajo crecimiento –como el pronosticado para 2019-2020– se esperaría también un bajo desempeño. Esta apreciación es particularmente importante para explicar también por qué la pobreza no se ha reducido en los últimos años; puesto que los ingresos laborales representan alrededor del 90% de los ingresos del hogar (los que son utilizados para medir la pobreza monetaria).
Referencias:
¹ Muriel, H. B., y Vera C. H. (2015). Cycles versus trends: the effects of economic growth on earnings in Bolivia. Documentos de Trabajo sobre Desarrollo #08. La Paz, Bolivia: Fundación INESAD. Los autores suponen que el mercado laboral se rige bajo los principios de segmentación sectorial, y estiman un modelo de ingresos, considerando tanto variables de oferta como de demanda laboral. Los datos provienen de las encuestas de hogares de 1999 a 2012, de donde construyen un pseudo-panel para todo el periodo.
* Directora Ejecutiva e Investigadora Senior de INESAD, beatriz_muriel@hotmail.com, bmuriel@inesad.edu.bo
Los puntos de vista expresados en el blog son de responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan la posición de sus instituciones o de INESAD.
18 febrero, 2019Economía para el BienestarComentarios desactivados en VIH está incrementando en Bolivia, pero queda concentrado en pocos municipios
Por: Lykke E. Andersen* y Alejandra Gonzales**
Gracias al trabajo diligente del “Programa Nacional ITS/VIH/SIDA y Hepatitis Virales” en Bolivia, podemos presentar un buen resumen de la situación de VIH en Bolivia. El VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humano) es un virus el cual puede conducir al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Lamentablemente el VIH en Bolivia se ha incrementado en las últimas dos décadas, sin embargo, aún continúa en un nivel bajo según los estándares internacionales, y está concentrado en un unos cuantos municipios.
En general, la prevalecencia de VIH es baja en Bolivia, con solo 0.3% de infectados entre la población 15-49 años (ver Mapa 1 de abajo)
Mapa 1: Prevalencia de VIH en 2017, por país
Sin embargo, la prevalencia de VIH ha estado incrementándose continuamente durante éste siglo. De acuerdo a datos comparables de ONUSIDA, la tasa de prevalencia de VIH en Bolivia se incrementó de 0.1% en edades de 15-49 años durante la década de los 90, a 0.2% a principios de los 2000, a 0.3% en la actualidad. (Ver la Figura 1, observe que la figura es interactiva, es decir, es posible añadir cualquier otro país para su comparación).
Figura 1: Prevalencia de VIH en Bolivia y el Mundo, 1990-2017
El 0.3% de la población en edad de 15-49 corresponde al 0.15% de la población total, ya que el grupo de edad de 15-49 años representa el 52% de la población total en Bolivia. 0.15% es equivalente a 1500 por millón de habitantes, ésta es la manera en la que se mide la prevalencia de VIH en Bolivia.
Sin embargo, ya que el VIH no tiene cura, la prevalencia es el resultado acumulado de décadas de infección (menos las muertes). La incidencia de VIH es una medida alternativa que refleja de mejor manera lo que actualmente está pasando, ya que mide los nuevos casos de VIH por año por millón de habitantes.
La Figura 2 presenta la incidencia anual de VIH en Bolivia de acuerdo a los datos del “Programa Nacional ITS/VIH/SIDA y Hepatitis Virales.” Algunos de los incrementos en el tiempo pueden ser debido a una mejora en la capacidad de detección y diagnóstico, sin embargo es innegable que el número de casos de VIH se está incrementando continuamente. Con aproximadamente 10 mil nuevos casos detectados entre 2014 y 2017, ya no es un riesgo insignificante.
Figura 2: Incidencia Anual de VIH en Bolivia (por millón de habitantes), 1984-2017
El Mapa 2 muestra el promedio anual de incidencia de VIH a nivel municipal para el periodo 2014-2017. Más de 200 municipio no registraron ningún caso de VIH, los mismos que fueron pintados de verde. Los municipios pintados de rojo muestran la incidencia más alta, y por lo tanto es donde existe el mayor riesgo de contraer VIH.
Mapa 2: Promedio de incidencia anual de VIH, 2014-2017, por municipio
Los 10 municipios con el promedio anual de incidencia de VIH más alto de Bolivia durante el periodo 2014-2017 son los siguientes:
Sopachuy – La Paz (686 casos por año por millón de habitantes)
Tomina – La Paz (515)
Puerto Villarroel – Cochabamba (509)
Cochabamba (487)
Santa Cruz de la Sierra (484)
La Paz (446)
Montero – Santa Cruz (435)
Zudañez – La Paz (417)
Trinidad – Beni (403)
Ascensión de Guarayos – Santa Cruz (391)
Sin embargo, solo 5 municipios concentran más de tres cuartos de todos los nuevos casos de VIH registrados durante 2014-2017 (ver la Figura 3).
Figura 3: Distribución de nuevos casos de VIH registrados durante 2014-2017, por municipio
Los hombres tienen aproximadamente el doble de probabilidad de contraer VIH que las mujeres. El único grupo de edad donde las mujeres tienen mayor probabilidad de contraer VIH que los hombres, es en el grupo de 14-19 años. La Figura 4 muestra la distribución de todos los casos de VIH desde 1984 a 2017, por edad y género.
Figura 4: Distribución porcentual de todos los casos notificados de VIH, 1984-2017, por edad y género
Finalmente, si el VIH no es manejado de manera efectiva con tratamientos antirretrovirales, el VIH puede derivar en SIDA. En Bolivia, cerca del 10% de las personas con VIH llegan a desarrollar SIDA, pero la prevalencia del SIDA difiere substancialmente entre departamentos. En 2004, el departamento de Santa Cruz tuvo de lejos la prevalencia más alta de SIDA (126 personas con SIDA por millón de habitantes), sin embargo, lograron controlar su prevalencia, reduciéndola a 69 en 2013, aunque ha estado elevándose nuevamente en los últimos años. La situación es muy diferente en el departamento de Cochabamba, el cual tenía una baja prevalencia de SIDA en 2004 (26 personas con SIDA por cada millón de habitantes), pero esa tasa se ha multiplicado 16 veces, llegando a 410 personas con SIDA en 2017, de lejos la tasa más alta de cualquier departamento en Bolivia, la misma que no muestra señales de disminuir.
Figura 5: Prevalencia de SIDA, 2004-2017, por departamento
Si bien Bolivia tiene un programa dedicado a prevenir, monitorear y controlar el VIH, el SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual, está claro que no está funcionando de manera exitosa en todo el país. Un municipio que realmente se destaca en los datos detallados proporcionados por el Programa Nacional de ITS / VIH / SIDA y Hepatitis Virales, es Puerto Villarroel en el departamento de Cochabamba. No solo porque tiene una de las incidencias de VIH más altas en el país, y es el número 11 en cuanto al número absoluto de casos nuevos en 2014-2017, sino también porque las niñas jóvenes han sido especialmente afectadas. Mientras que las niñas de 15 a 19 años representan solo el 6.3% de los nuevos casos de VIH en el resto del país, en Puerto Villarroel representan el 45.1% de los casos.
Los puntos de vista expresados en el blog son de responsabilidad de los autores y no necesariamente refleja la posición de sus instituciones o de INESAD. Este blog forma parte del proyecto «Atlas de los ODS en Bolivia a nivel municipal» que está siendo desarrollado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) a la cual INESAD pertenece.
En días pasados, el Presidente de Bolivia oficializó el pago del segundo aguinaldo para el año 2018. La medida deviene de la hipótesis de que frente a un entorno de crecimiento económico destacable, los trabajadores deben compartir los mayores ingresos de este desempeño; que se reflejan en los mejores retornos de las empresas.
Esta hipótesis se remonta a algo más de 150 años atrás, donde Marx dividió a los actores económicos en capitalistas, usualmente los que acaparan todas las rentas del negocio, y obreros. En su libro “El Capital” definió la plusvalía (p) como los beneficios del capitalista tras descontar todos los costos de producción: capital constante (c) derivado de los medios de producción e inversión, y capital variable (v) correspondiente al trabajo. De esta manera: p=m – c – v; donde m es el valor de la mercancía. Aún más, Marx determinó la tasa de plusvalía o explotación t=(p/v)´100; es decir que si p=100 y v=100 entonces la tasa de explotación sería del 100%. Bajo esta teoría, si p aumenta (e.g. por el supuesto resultado del crecimiento económico) entonces se deben tomar medidas para que v también aumente; caso contrario la tasa de explotación aumenta. Por este motivo el doble aguinaldo parecería ser una ¡BENDICIÓN! para los obreros.
Desde mi perspectiva, posiblemente coincidente con mucha gente, Marx fue un gran pensador para su época. Sin embargo, la ciencia económica ha avanzado de manera importante en los últimos 150 años y sería muy sesgado pensar que las relaciones obrero-capitalistas son actualmente “à la Marx”. Al respecto se pueden mencionar muchísimos aspectos, desde que estas relaciones no son lineales hasta que p puede ser una función creciente de v, pero en este artículo quiero enfocarme en algunos factores que son relevantes para el tema tratado.
En primer lugar, la división de las relaciones laborales entre obreros y capitalistas es poco aplicable al caso de Bolivia; ya que el mayor porcentaje (46,3%) de la población trabajadora es al mismo tiempo obrera y capitalista, i.e. cuenta propia, cooperativista o patrón trabajador (ver Gráfico 1). Para ellos, su ingreso laboral se confunde con su renta capitalista y no tiene sentido que se auto-paguen aguinaldo. Los trabajadores familiares y aprendices sin remuneración, que componen el 17,8% de la población ocupada, no reciben ningún salario ya que trabajan usualmente en sus unidades productivas. Esto quiere decir que algo más de 64 de cada 100 trabajadores están totalmente al margen de cualquier normativa relativa al doble aguinaldo.
Bolivia: Trabajadores por Categoría Ocupacional y Tenencia de Aguinaldo, 2017
(Participación porcentual)
Aún más, un 19,7% de los trabajadores asalariados no reciben aguinaldo -ya sean del sector público o del privado- ya sea porque trabajan a destajo o por contrato fijo, por lo que la aplicación de la medida se reduce a apenas el 16,2% de la población ocupada.
En segundo lugar, es importante saber que todas las variables de la ecuación de Marx (p, m, c y v) son endógenas; es decir, dependen unas de otras así como de otras variables económicas. Este hecho es fundamental porque, por ejemplo, es prácticamente imposible que los capitalistas puedan incrementar m, de tal manera que p aumente manteniendo c y v constantes. Un caso muy sencillo de entender esto es considerar que m es igual a las ventas de chompas (precio por cantidad), por lo que una mayor producción de estas necesariamente implica que se requieren más trabajadores y más capital y, por lo tanto, c y v aumentan. Además, en mercados competitivos p puede incrementar en un corto plazo pero regresa a su valor anterior al aumento de la producción, dadas las fuerzas del sistema económico (los incrementos de las diferentes variables se compensan).
El problema es entonces cuando se quiere aumentar v artificialmente, como el doble aguinaldo, lo que puede resultar ser una ¡MALDICIÓN! Esto ocurre principalmente porque el capital y el trabajo están relacionados; es decir, la mayor cantidad de chompas puede estar asociada a una mayor compra de máquinas de tejer y despidos (o no contrataciones) de trabajadores bajo la amenaza del pago del doble aguinaldo. Una segunda opción del capitalista puede ser internalizar este costo laboral adicional en el mismo salario en futuras contrataciones, de tal manera que este beneficio se diluye con peores condiciones para la población ocupada y mayor desempleo, auto-empleo o precariedad laboral.
Los datos apuntan a que el doble aguinaldo se ha constituido en un privilegio para pocos y en una maldición para muchos. Un ejemplo de ello es que, pese a que la economía sigue creciendo de manera destacable de acuerdo a datos oficiales, en el año 2012, antes de esta medida, más trabajadores recibían doble aguinaldo (18,2%). Claro está cabe hacer análisis de causalidad rigurosos para comprobar esta hipótesis.
*Directora ejecutiva e investigadora Senior de INESAD, bmuriel@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.
La economía boliviana tiene el doble reto de aumentar el crecimiento en el empleo e incrementar la productividad laboral, para resolver en forma efectiva el problema de extrema pobreza en la que actualmente se encuentra una gran parte de la población. A nivel macroeconómico, el vínculo entre la pobreza y el crecimiento del producto puede ser conceptualizado en términos de la baja productividad promedio de la fuerza de trabajo, la cual a su vez se ve reflejada en bajos niveles de salarios reales y bajos niveles de ingresos de los trabajadores. Una baja productividad laboral promedio puede estar dada por una escasa dotación de capital por trabajador (bajos niveles de inversión) y por el uso de tecnología rezagada (bajos niveles de transferencia de tecnología), o bajos niveles de capacitación de la fuerza laboral.
Cuando en un país existen altas tasas de crecimiento económico, que conducen a incrementos sostenidos en la capacidad productiva, se generan oportunidades de empleo con mayores niveles de productividad. Esto permite a su vez una progresiva absorción de los desempleados y subempleados en actividades económicas en expansión, con niveles más altos de productividad. En este proceso, los pobres pueden ser capaces de aumentar su productividad e ingresos en sus ocupaciones actuales, o moviéndose a nuevas ocupaciones que requieran mayores calificaciones y/o mejor tecnología.
Cuadro 1
Crecimiento del producto, empleo y productividad en Bolivia (variaciones % promedio anual) Elaborado en base a información del Instituto Nacional de Estadística (Encuesta de Hogares y Cuentas Nacionales)
Bolivia no ha podido generar esta dinámica virtuosa de crecimiento del producto, empleo y productividad, como puede observarse en el cuadro 1, incluso en los periodos de bonanza económica por los que atravesó recientemente el país.
Durante el periodo 2001-2005, años en los que la economía atravesó un periodo de crisis, la tasa de crecimiento promedio anual del producto total de la economía, medida a costo de factores, fue de 2,8%. Esta baja tasa de crecimiento se explica por las bajas tasas de crecimiento exhibidas en prácticamente todos los sectores de la economía y las caídas en el producto de la construcción y de servicios financieros y empresariales. Por otra parte, el empleo durante ese periodo creció a una tasa promedio anual de 3.2%, registrándose altas tasas de crecimiento del empleo en el sector de transporte & comunicaciones (10.4% promedio anual), minería e hidrocarburos (6.9%), manufactura (4.8%), y restaurant & hoteles (3.9%). Como resultado del mayor crecimiento en el empleo en relación al producto, durante ese periodo la productividad laboral a nivel global cayó a una tasa promedio anual de -0.4%, siendo los sectores que presentaron mayores caídas de productividad los de transporte & comunicaciones, construcción, minería & hidrocarburos, restaurant & hoteles, y manufactura. Debido a la crisis económica, durante este periodo se observó una creación de empleo de baja productividad.
Durante el periodo de la bonanza de precios altos de materias primas, 2006-2015, la tasa de crecimiento promedio del producto fue de 4.7% por año. Se registraron altas tasas de crecimiento del producto en sectores como minería e hidrocarburos (6.5% promedio anual), electricidad (5.6%), construcción (9.0%), transporte & comunicaciones (5.1%), servicios de la administración pública (5.9%). Por otra parte, la creación total de empleo durante este período creció a una tasa promedio anual más baja de 1.8%. El sector agropecuario mostró una tasa de crecimiento negativa de -1.0% promedio anual, explicada por la acelerada migración rural-urbana observada durante este periodo. Contrariamente, se registraron altas tasas de crecimiento del empleo en sectores como los de servicios financieros y empresariales (7.3% promedio anual), restaurant & hoteles (6.1%), servicios de la administración pública (6.3%) y construcción (5.6%). Otros sectores mostraron tasa de crecimiento del empleo más bajas, como la manufactura (1.2%), servicios sociales, comunales & personales (1.1%) y comercio (2.5%). Debido al mayor crecimiento de producto en relación al empleo, durante este periodo la productividad laboral para la economía en su conjunto creció a una tasa promedio anual de 2.9%. Hubo crecimientos significativos en la productividad laboral en sectores como la agricultura (4.0% por año), debido a la caída del empleo en este sector, manufactura (3.6%), construcción (3.2%), este último sector debido al elevado crecimiento de su producto. Contrariamente, se presentaron caídas de productividad laboral en sectores como restaurant & hoteles (-3.0% en promedio), servicios financieros y empresariales (-3.3%) y servicios de la administración pública (-0.4%). Durante este periodo, debido a la bonanza por la que atravesó la economía, hubo una creación de empleos de mayor productividad.
En 2016 y 2017, se observa una caída en las tasas de crecimiento, como resultado de la caída en los precios de exportación de materias primas, lo que le restó dinamismo a la economía. Durante estos dos años, el producto total creció en promedio en 4.2% por año. Esta desaceleración del crecimiento se dio principalmente en sectores relacionados a las exportaciones de materias primas, como minería e hidrocarburos, que en conjunto crecieron en promedio en 0.9% por año. Sin embargo, se mantuvieron altas tasa de crecimiento en sectores como la construcción, agropecuario, comercio, manufactura, restaurant & hoteles, y servicios de la administración pública. A pesar de la desaceleración de la economía, el empleo creció a una tasa promedio anual de 3.0%, debido a una mayor participación de la PEA en el mercado laboral. Se produjo un crecimiento importante en el empleo en las actividades agropecuarias (4.7% promedio anual), posiblemente para absorber la gran contracción en el empleo en la minería e hidrocarburos (-13.8%). Como resultado, la tasa de crecimiento de la productividad laboral se redujo a 1.2% promedio anual. Hubo aumentos significativos en el crecimiento de la productividad en sectores con bajo crecimiento o alta contracción del empleo, como la construcción, minería & hidrocarburos, y servicios de la administración pública. En resumen, durante estos dos años post bonanza hubo creación de empleo, aunque de menor productividad que el observado durante el periodo de la bonanza.
Elasticidad Empleo-Producto
Un indicador que mide la relación existente entre el crecimiento del empleo y del producto, es la elasticidad empleo-producto (el cambio porcentual del empleo ante un cambio porcentual del producto). Esto implica que cuando el crecimiento económico es intensivo en empleo, éste puede deberse a la expansión de sectores con una alta elasticidad empleo-producto. Sin embargo, es importante notar que la elasticidad refleja la inversa de la productividad laboral, por lo que una elasticidad mayor a la unidad implica que el crecimiento económico va a generar una caída en la productividad, mientras que una elasticidad menor a la unidad significa que la expansión del empleo está ocurriendo conjuntamente con un incremento en la productividad. Un incremento en la productividad podría conducir a una reducción en la elasticidad empleo del crecimiento.
Cuadro 2
Elasticidad Empleo-Producto
Fuente: Elaborado en base a información del Instituto Nacional de Estadística (Encuesta de Hogares y Cuentas Nacionales)
El cuadro 2 muestra que, en el período 2001-2005, la elasticidad arco global empleo-producto fue 1.16, razón por la cual durante este período la productividad tendió a caer. Los sectores con elasticidad empleo-producto menor a la unidad, y que exhibieron incrementos de productividad, fueron: agropecuario, comercio, servicios sociales, comunales & personales, y servicios de la administración pública. Es interesante notar que los sectores que presentan elasticidades negativas muestran en este caso caídas de productividad (construcción y servicios privados y a empresas). Esto se debe a que estos sectores experimentaron caídas en el producto e incrementos en el empleo. Sin embargo, podrían existir casos de sectores, con elasticidades negativas, que presenten incrementos en la productividad, lo que ocurre cuando se dan aumentos en el producto con caídas en el empleo.
Durante el período 2006-2015, la elasticidad arco empleo-producto de la economía se redujo sustancialmente a 0.38, reflejando un incremento del producto mucho mayor al del empleo, lo que también explica el significativo aumento en la productividad laboral observado en este periodo. Los sectores que presentaron mayores aumentos de productividad—agropecuario, manufactura y construcción—fueron también los que exhibieron menores elasticidades empleo-producto. Por otra parte, los sectores con elasticidades altas experimentaron menores incrementos de productividad, como fue en general el caso de los sectores de servicios.
Finalmente, durante el periodo 2016-2017, la elasticidad arco aumentó a 0.71 para toda la economía, por lo que se redujo la tasa de crecimiento de la productividad. Nuevamente, los sectores de menor elasticidad, como ser la manufactura, construcción, restaurant & hoteles, servicios privados y a empresas, son los que presentan mayores crecimientos de productividad, y los sectores de mayor elasticidad—agropecuario, electricidad, gas & agua, comercio, servicios sociales, comunales y personales—son los que muestran menores tasas de crecimiento de productividad.
De lo anterior se desprende que, en el largo plazo, los cambios esperados en las elasticidades empleo-producto tiendan a caer gradualmente a medida que el país se vuelve más desarrollado y relativamente menos intensivo en el factor trabajo. Por ejemplo, un crecimiento del PIB de 5% por año y una elasticidad empleo-producto de 0.8 permitiría un crecimiento del empleo de 4%, superior a la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo en Bolivia. Por lo tanto, un crecimiento sostenido de esta magnitud en un período relativamente largo, permitiría a la economía completar la llamada “transición de Lewis”, es decir, la absorción de la “mano de obra excedentaria” en los sectores modernos.
*Investigador Senior de INESAD, lcjemio@inesad.edu.bo. Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.
27 agosto, 2018Economía para el Bienestar, SaludComentarios desactivados en No podemos ignorar la transición epidemiológica en Bolivia
En un post anterior sobre la transición demográfica en la que está inmersa Bolivia, planteábamos la necesidad de considerar en nuestra sociedad más el largo plazo a la hora de entender la realidad nacional y reflexionar sobre las mejores decisiones de cara al futuro. Esta reflexión partía del hecho que el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia lamentaba públicamente que por falta de orientación no se haya invertido lo suficiente en su momento en la construcción de hospitales en general y en especial en la construcción de hospitales para atender a enfermos con cáncer (link 1 – El Deber , link 2 – Página Siete, link 3 – El Diario). En esta línea, deseo referirme en este post a otra de las transiciones fundamentales que estamos viviendo y que no recibe aún la atención necesaria en el país: la transición epidemiológica.
Desde hace algún tiempo, los patrones de mortalidad y morbilidad de los seres humanos han ido cambiando en el mundo. Estos cambios se conocen como transición epidemiológica (Omran 1971, 1982). La teoría de la transición epidemiológica formulada por Omran (1971) se centra en el cambio complejo en los patrones de salud y enfermedad, la interacción entre estos patrones y sus determinantes y consecuencias. Algunas de las principales características de la transición incluyen un descenso en la mortalidad, un aumento en la esperanza de vida, así como un cambio en las principales causas de mortalidad y morbilidad de enfermedades infecciosas y parasitarias a enfermedades no transmisibles, crónicas y degenerativas. Por supuesto, como lo discuten varios autores, como Caldwell (1993), la transición epidemiológica está relacionada con la transición demográfica y la transición nutricional, siendo parte de una transición más amplia denominada transición de la salud.
Benziger et al (2016) señalan, por ejemplo, que las enfermedades no transmisibles representan en la actualidad más de la mitad de la carga mundial de morbilidad; que las enfermedades cardiovasculares representan aproximadamente la mitad de las muertes por enfermedades no transmisibles; y que la mayoría de las muertes por enfermedades cardiovasculares ocurren en países de ingresos bajos y medios.
La figura 1 permite hacernos una idea de algunos de los cambios relevantes para Bolivia, considerando el pasado reciente y concretamente el periodo 2005 a 2016, detallando las 10 principales causas de muerte en el país. Es interesante notar que en 2005, de las 10 principales causas de muerte en el país, 3 eran clasificadas como “enfermedades transmisibles, maternas, neonatales y de la nutrición”; 6 como “enfermedades no transmisibles”; y una como “lesiones”. Once años después, en 2016, de las 10 principales causas de muerte en el país, 2 son clasificadas como “enfermedades transmisibles, maternas, neonatales y de la nutrición”; 7 como “enfermedades no transmisibles”, y una como “lesiones”.
Vale la pena destacar algunos cambios en Bolivia entre 2005 y 2016. Por un lado hay algunas causas que ya no son tan significativas como antes. Por ejemplo las complicaciones de parto prematuro, que ocupaban el puesto 4 en 2005, están el puesto 10 en 2016; y las enfermedades diarreicas, que ocupaban el puesto 10 en 2005, aparecen en el puesto 21 en 2016. Por otro lado, hay causas que ahora figuran entre las 10 principales y que antes no aparecían en dicha lista. Por ejemplo la diabetes, que ocupaba el puesto 11 en 2005, está en el puesto 5 en 2016; y la enfermedad de Alzheimer, que ocupaba el puesto 13 en 2005 y figura en el puesto 8 en 2016.
Figura 1: Bolivia. 10 principales causas de muerte en 2016 y porcentaje de cambio entre 2005 y 2016, todas las edades, número
Si además de las muertes consideramos las discapacidades, es interesante preguntarse cuál ha sido el cambio en Bolivia en cuanto a las 10 principales causas de Años de Vida Saludable perdidos (AVISA). Constatamos en la figura 2 un patrón similar al de las causas de muerte: 7 de las 10 principales causas son las “enfermedades no transmisibles”, mientras que 2 son “enfermedades transmisibles, maternas, neonatales y de la nutrición”; y una es “lesiones”. Es además llamativo que si observamos los cambios entre 2005 y 2016, para 6 de las “enfermedades no transmisibles” se constata un aumento, mientras que para las 2 “enfermedades transmisibles, maternas, neonatales y de la nutrición” se registra un descenso.
Figura 2: Bolivia. 10 principales causas de Años de Vida Saludable perdidos (AVISA) en 2016 y porcentaje de cambio entre 2005 y 2016, todas las edades, número
Fuente: Extraído de www.healthdata.org/bolivia.
La figura 2 nos recuerda, sin embargo, que todavía en 2016 las dos principales causas de Años de Vida Saludable perdidos (AVISA) son justamente las dos “enfermedades transmisibles, maternas, neonatales y de la nutrición” que aparecen en la lista: Infecciones respiratorias bajas y complicaciones de parto prematuro. Esto implica que el país tiene que encarar como un doble desafío el aumento de las enfermedades no transmisibles y sus consecuencias, sin descuidar las enfermedades transmisibles, maternas, neonatales y de la nutrición, que siguen siendo muy importantes, tal como se discute en Branisa et al. (2014) y en el capítulo sobre salud (Andersen et al., 2016) del libro El ABC del Desarrollo en Bolivia de la Fundación INESAD.
Este doble desafío tiene que estar presente a la hora de asignar recursos, tanto públicos como privados, al tema de la salud en el país, no solamente en el corto y mediano plazo, sino anticipando los cambios que nos esperan en el largo plazo. Para esto es fundamental estudiar detalladamente las características propias de Bolivia, y no basarnos únicamente en teorías y observaciones existentes para otros contextos.
Referencias
Andersen, L.E., Branisa, B. , Cardona, M. (2016). «S – Salud,» en: Andersen, L.E., Branisa, B. y Canelas, S. (eds.), 2016. «El ABC del desarrollo en Bolivia,» INESAD ebooks, Institute for Advanced Development Studies.
Benziger, C. P., Roth, G. A., y Moran, A. E. (2016). The global burden of disease study and the preventable burden of NCD. Global heart, 11(4), 393-397.
Branisa, B., Cardona, C., Johannsen, J., y Buscarons, L. (2014) Análisis descriptivo del estado de salud de la población boliviana y del sistema de salud en Bolivia. Manuscrito no publicado.
Caldwell, J. C. (1993). Health transition: the cultural, social and behavioural determinants of health in the Third World. Social Science & Medicine, 36(2), 125-135.
Omran, A. R. (1971). The Epidemiological Transition: A Theory of the Epidemiology of Population Change. Millbank Memorial Fund Quarterly, 49, 509-538.
Omran, A. R. (1998). The epidemiologic transition theory revisited thirty years later. World health statistics quarterly, 51(2-4), 99-119.
*Investigador Senior de INESAD, bbranisa@inesad.edu.bo.Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.
Cuando se piensa en el largo plazo, en especial desde una perspectiva histórica, se suele poner énfasis en eventos como guerras y revoluciones, que pueden modificar en poco tiempo las estructuras de poder o alterar la forma de organización de una sociedad. Pensando en el corto plazo, por otra parte, se tiende a prestar la mayor parte del tiempo, en la prensa en particular y en la sociedad en general, mucha atención a temas de actualidad económica o social.
Hace algunos días, el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia lamentaba públicamente que por falta de orientación no se haya invertido lo suficiente en su momento en la construcción de hospitales en general y en especial en la construcción de hospitales para atender a enfermos con cáncer (link 1 – El Deber , link 2 – Página Siete, link 3 – El Diario). Creo que esta afirmación nos debe llevar a hacer un alto y meditar, porque no es solamente el Presidente, sino la gran mayoría de los bolivianos, que estamos prestando poca atención a tendencias sumamente relevantes a la hora de entender la realidad nacional, reflexionar sobre el futuro y tomar decisiones fundamentadas, considerando no sólo el corto, sino también el largo plazo. Como afirma Davies (2016), en el muy largo plazo, aparte de la tecnología, la demografía es prácticamente lo único que importa. En esta línea, deseo referirme en este post a una de las transiciones fundamentales en las cuales está inmersa Bolivia y que no recibe aún la atención necesaria en el país: la transición demográfica.
La transición demográfica es, según Kirk (1996: 361), «una de las generalizaciones mejor documentadas en las ciencias sociales», y se refiere a la modificación de las tasas de mortalidad y de fecundidad en una sociedad, partiendo desde un estado en que ambas son altas y terminando en un nuevo estado donde ambas son bajas. Rowland (2003) explica que la transición demográfica no es tanto una teoría como un conjunto de generalizaciones de tendencias observadas. La transición demográfica clásica supone que la disminución de la mortalidad ocurre primero, y sólo es seguida por una reducción en la fecundidad después de un tiempo (Population Reference Bureau staff, 2004).[i] Dos consecuencias principales de la transición demográfica clásica son: (i) la existencia de un intervalo en el que la tasa de crecimiento de la población primero aumenta como consecuencia del descenso de la mortalidad y después disminuye debido al descenso posterior de la fecundidad, y (ii) el envejecimiento de la población acompañado de cambios en la distribución por edades de la población (Lee, 2003).
Las consecuencias descritas ya están siendo experimentadas por la población boliviana, como se expone en las tres figuras a continuación, construidas utilizando datos desde 1950 y proyecciones para Bolivia hasta el año 2100 de Naciones Unidas. La figura 1 muestra cómo la tasa media anual de cambio poblacional primero aumentó entre los periodos 1950-1955 y 1975-1980, para posteriormente ir disminuyendo. Se espera que esta tendencia continúe hasta el periodo 2095-2100.
Figura 1: Bolivia. Tasa media anual de cambio poblacional (porcentaje)
Fuente: Elaboración propia con datos de United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2017). World Population Prospects: The 2017 Revision, custom data acquired via website.
La figura 2 confirma el paulatino envejecimiento de la población boliviana. Si bien entre 1950 y 2000 la edad mediana de la población se mantuvo relativamente cerca a los 20 años, desde entonces se observa un incremento importante y sostenido. Se espera que en el año 2025 la edad mediana llegue a 27 años, en 2050 a 34 años, en el año 2075 a 40 años y en 2100 a 45 años.
Figura 2: Bolivia. Edad mediana de la población (años)
Fuente: Elaboración propia con datos de United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2017). World Population Prospects: The 2017 Revision, custom data acquired via website.
Finalmente, la figura 3 muestra los cambios significativos en la distribución por edades de la población boliviana. Por un lado, destaca la disminución del grupo de edad entre 0 y 14 años, que pasa de representar el 38% de la población total en 2000 al 22% en el año 2050 y a solamente 16% en 2100. Por otro lado, el grupo de edad de los mayores de 64 años pasa de ser aproximadamente el 5% de la población total en 2000 al 12% en 2050 y al 26% en el año 2100.
Figura 3: Bolivia. Porcentaje de la población total por grupo de edad
Fuente: Elaboración propia con datos de United Nations, Department of Economic and Social Affairs, Population Division (2017). World Population Prospects: The 2017 Revision, custom data acquired via website.
En el capítulo sobre demografía (Branisa et al., 2016) del libro El ABC del Desarrollo en Bolivia de la Fundación INESAD exploramos las potenciales ventajas para Bolivia en la etapa de transición demográfica conocida como bono demográfico, que es un tiempo de cambios poblacionales muy favorables para el desarrollo y el crecimiento económico, si se dan las condiciones necesarias. En este post queremos más bien alertar sobre la necesidad de considerar los cambios demográficos en los que estamos inmersos (y por ejemplo su posible impacto sobre el ahorro nacional) a la hora de tomar decisiones en lo que se refiere a la inversión en los siguientes años en infraestructura, educación y salud, entre otros, y también en lo que concierne a su financiamiento. Estamos transitando de manera lenta pero segura hacia una Bolivia con una población que, en promedio, será cada vez mayor y en la cual los bolivianos mayores de 64 años serán un grupo cada vez más importante, con todo lo que esto implica para la atención de la salud y el cuidado, además del financiamiento de las jubilaciones.
En un siguiente post abordaremos otra transición (relacionada con la transición demográfica) que es también muy relevante para Bolivia: la transición epidemiológica.
Referencias
Branisa, B., Jemio, L.C., Kornacka, M., Cardona, M. (2016). «D – Demografía,» en: Andersen, L.E., Branisa, B. y Canelas, S. (eds.), 2016. «El ABC del desarrollo en Bolivia,» INESAD ebooks, Institute for Advanced Development Studies.
Jones, G. y Douglas, R. (1997). Introduction, en: Jones, G., Douglas, R., Caldwell, J. y D’Souza, R. (eds). The Continuing Demographic Transition. Clarendon Press, Oxford.
Kirk, D. (1996). “Demographic Transition Theory”. Population Studies, 50, 361-387.
Lee, R. (2003). “The Demographic Transition: Three Centuries of Fundamental Change”. Journal of Economic Perspectives, 17 (4), 167-190.
Population Reference Bureau staff (2004). “Transitions in World Population”. Population Bulletin, 59 (1), 3-39.
Rowland, D. (2003). Demographic Methods and Concepts. Oxford University Press, Oxford.
[i] Sin embargo, es bien sabido por el análisis histórico que existe una amplia gama de situaciones que prevalecen en los países que atraviesan la transición demográfica y hay unos pocos casos donde la mortalidad no disminuyó primero (Jones y Douglas, 1997).
*Investigador Senior de INESAD, bbranisa@inesad.edu.bo.Las opiniones expresadas en los artículos del Blog Desarrollo Sobre la Mesa pertenecen a los autores y no necesariamente reflejan la posición oficial de la Fundación INESAD.
Evo nos preguntó hace unos días ¿dónde está la pobreza extrema en Bolivia? (1). En este blog voy a responder a esta pregunta de la forma más precisa que puedo, dado que no existen datos exactos ni actualizados.
El último censo de población y vivienda (2012) es la mejor fuente de datos para responder la pregunta de manera detallada, pero el censo no tiene información sobre ingresos. En vez de ingresos, usamos una serie de indicadores que están relacionados con diferentes dimensiones de pobreza (falta de poder y voz, falta de oportunidades y elección, y falta de recursos). Específicamente, hemos escogido 9 indicadores, cada uno de los cuales indican una limitación importante para un hogar. Estos 9 indicadores están señalados en el Gráfico 1, lo cual muestra que:
19 julio, 2017Economía LaboralComentarios desactivados en ¿Qué, cuántos y quiénes son los NINIS (Ni Estudian Ni Trabajan) en Bolivia?
Por Beatriz Muriel H., Ph.D
El fenómeno de los jóvenes NINIS (es decir, jóvenes que Ni Trabajan Ni Estudian) está adquiriendo cada vez mayor realce en el debate académico y mediático; aunque definitivamente el concepto es todavía una caja de sorpresas sujeta a múltiples teorías sobre su contenido. En un extremo, los NINIS son imaginados como aquellos jóvenes, en su mayoría flojos, que pasan su tiempo jugando videojuegos, viendo televisión o realizando otras actividades poco beneficiosas. En el otro extremo, los NINIS son percibidos como aquellos jóvenes que carecen de oportunidades educativas o laborales y, por lo tanto, se encuentran en una forma de exclusión social.
1 junio, 2017Economía para el Bienestar, GéneroComentarios desactivados en Algunas cifras actuales sobre la violencia contra las mujeres en Bolivia
Por Boris Branisa, Ph.D.*
Hace algunos días, Lykke E. Andersen escribió un post en el BlogDesarrollo sobre la mesa en el cual llamaba la atención sobre la violencia (y más concretamente sobre abusos sexuales) contra niñas y mujeres en Bolivia, resaltando algunos casos escalofriantes que había reportado la prensa recientemente. Pueden acceder al texto de dicho post en estelink.